A pesar de llevar sólo dos semanas en el cargo, mi hermana parece defenderse bastante bien en eso de ser madre, en gran parte, gracias a que Edurne es la tranquilidad personificada (ni de la irritación de su culito se queja y, créanme, lo tiene rojo, rojo) y también debido a que Ana siempre ha manifestado ciertas aptitudes innatas para el manejo de los bebés. Sólo quien ha visto a mi hermana bañar a su hija puede saber de lo que estoy hablando: la sujeta con una mano, lava hasta el último rincón de su diminuto cuerpo con la otra y ameniza la velada haciendo pedorretas y muecas varias con la boca. Ni el hombre orquesta, oigan.
Como he sido testigo de su trayectoria como hija, hermana y amiga, no me cabe la menor duda de que mi hermana es y será toda una madraza, a pesar de que, ni corta ni perezosa, acaba de pagar para que a su pequeña Edurne le perforen las orejas a fin de colocarle unos pendientes bastante feos, dicho sea de paso.
Supongo que la frontera entre el amor y la posesión debe ser muy delicada cuando de un bebé se trata (bueno, en los adultos la línea divisoria tampoco suele estar muy clara, ¿verdad?). Uno llega al mundo sin más herramienta que su llanto y, por lo general, son los padres los que se convierten en cerebro, pies y manos de uno mismo hasta que ese uno se arma de valor y empieza a sostener la cabeza sin perder el equilibrio, hasta que se le caen los dientes de leche o hasta que se independiza, según pinten los naipes.
- ¿por qué no esperas a que Edurne pueda pronunciarse y diga si quiere llevar pendientes o no?
- Qué cosas tienes, Nata. Siempre se hace así, mujer. Mama también nos hizo los agujeros cuando éramos bebés.
- Mama no nos dejaba ir al parque de las señales, ¿acaso crees que mama es la mujer perfecta? Ana, piénsalo, no puedes disponer de Edurne de esa manera. ¿No lo entiendes?
-Soy su madre, ¿recuerdas? Además, sólo son unos pendientes…Chica, ni que la fuese a bautizar o algo por el estilo.
-¡Sólo unos pendientes! Es un abuso de poder en toda regla, que lo sepas. Por favor, no seas tú la que limites la posibilidad de que tu hija llegue a ser un individuo libre. Ayúdala a levantarse cuando se haya caído (o un poquito antes, si lo prefieres), enséñale que en la vida siempre hay un camino que seguir y que no necesariamente tiene que ser siempre el mismo, pero no condiciones sus pasos, por los clavos de Cristo.
Un pendiente en una oreja es un paso y tú lo sabes. Que la vistas de rosita, tiene un pase porque ella no puede comprar o coser su propia ropa pero, chica, lo de los pendientes puede esperar, ¿no? Sí, ya sé que agujerar el lóbulo de la oreja no es mal de morir y mucho peor lo tienen las mujeres jirafa, sí… No sé, Ana, no sé hasta qué punto eres consciente de que, dentro de esos pañales, hay un individuo.
- Mama, dile que se calle.
- Nata, ve a por el pan.
Peter Maddocks, (1928 -2024)
Hace 1 día
6 comentarios:
¡Felicidades Nata!
aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaay q bonica la chiquilla
Está hermosiiisma, sí.
Gracias, agnóstico. Te debo un señor mail.
Ais, me voy a currar. Tengo turno matador :(
Nata!!! No sabía que habías sido tía de nuevo. Enhorabuena para toda la familia y un besazo a Nerea y a Ana. A ver si las veo. Montse
Quise decir Edurne, qué tonta!!!!!
Montse
Acabo de enterarme de la noticia releyendo tu blog. Enhorabuena a todas: la abuela, la super tía, la mami y Edurne. Permíteme que le mande, especialemnte a la mami, un abrazo y muchos besos, ya que ahora le hará falta mucho apoyo y cariño -aunque parezca que todo va fenomenal eso de ser madre se las trae, sobre todo al principio y con el primero-
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