lunes, 28 de diciembre de 2009

Mentiras leales

Si pudiesen elegir una inocentada, ¿con cuál se quedarían, caracoles? Sería bonito leer que, por ejemplo, se ha hecho justicia y, por tanto, dignidad en el Sáhara y en los demás territorios ocupados de la tierra; que Obama desdijese su discurso sobre la necesidad de una guerra para así alcanzar la paz o que todos los mafiosos del país (desde Francisco Camps hasta Domingo Díaz de Mera) firmasen un comunicado en el que reivindicasen los atentados “corruptistas” perpetrados a lo largo de todos estos años y cediesen sus huchas a un Estado no corrupto que de verdad se ocupase del bienestar ciudadano.

Y podría seguir enumerando las más de cien noticias que me encantaría leer alguna vez, caracoles, pero soy consciente del topicazo que ello supone y, además, no voy muy bien de tiempo hoy.

Coincidirán conmigo en que lo malo no es que nos la cuelen hoy, Dia de los Inocentes, lo peor de todo es la mentira que vamos tragando durante el día a día. La de los telediarios y la del Messenger. La mentira que no nos esforzamos por desmontar porque desmentir, ya lo sabrán ustedes, requiere tiempo, coraje y, sobre todo, ganas.

Porque es por falta de tiempo, de coraje y, sobre todo, de ganas que nos creemos el mensaje político o el contra mensaje de los que van en contra de los políticos sin tomarnos la molestia de fabricar nuestro propio discurso. De la mima manera que, a regañadientes, encajamos los desengaños de nuestra vida privada sin llegar nunca a desengañarnos del todo. Quiero decir que, a regañadientes, aprendemos a vivir con el desengaño, pero sin desengañarnos del todo. Y es que desengañarse, además de tiempo, coraje y ganas requiere desencanto, ay.

Pero, ¿no va a haber ni un tantito de caracolidad en esta entrada, Nata? Preguntaban ellos con lágrimas en los ojos.

Pues claro que sí, caracoles. Prepárense, ahí les va la revelación de las revelaciones: La mentira es un mal necesario, amigos. Si bien es cierto que cualquier niño podría crecer digna y felizmente sin tener que creer en unos reyes que traen más o menos regalos en función de su comportamiento, no podemos negar que mantener esa inofensiva pero conductista ilusión es poco menos que enternecedor.

Lo mismo pasa a veces (A VECES) con los secretos, las verdades a medias o las mentiras del Estado, que, sin llegar a tocar nuestros corazoncitos, se antojan necesarias por diferentes motivos: Caso Alakrana, un, dos, tres, responda otra vez. Con todo, yo apoyo a Coalición Pro Acceso, que conste.

Y, bueno, qué les voy a contar que no sepan sobre las mentiras privadas que todos urdimos o tragamos para sobrevivir sobremuriendo, como decía Benedetti. Tan necesarias como inevitables, quizá más lo segundo que lo primero.

miércoles, 23 de diciembre de 2009

La Navidad, esa palabra..

A Marta se le ha caído un diente de leche hace un ratín, caracoles. Saben qué significa eso, ¿verdad? Significa que esta noche, una noche antes de la visita de Papa Noel, el Ratoncito Pérez también le dejará un regalo en casa. A sus cinco años, Marta puede decir bien alto que es una tía con suerte, ¿no les parece?

Y mientras Marta se pavonea delante de sus primas gritando a pleno pulmón que en 48 horas el Ratoncito Pérez y Papa Noel van a premiar su inmejorable papel como niña, otros maldecimos la insolencia de estas fechas.

-¿De qué vas, Nata? Si a nosotras nos encanta la Navidad...

-Será a ti, porque a mí me parecen unas fiestas de lo más superficiales y absurdas que, además, ponen de manifiesto la farsa que también sostiene las relaciones sociales. Y qué decir del consumismo que tanto...

-Vale, vale, no sigas por ahí... Ese discursito también nos lo conocemos todos. Cuéntales qué hiciste ayer.

-¿Ayer? Ayer hice un examen a mis alumnos de la Universidad Popular.

-Y después, ¿qué hiciste después?

-Me fui con mi madre.

-Nata...

-¿Qué?

-...

-Está bien, está bien, antes de volver a casa pasé por “La abuela Benita” y compré una caja de mantecados para mis padres, ¿qué pasa?

-Nada. Continúa, por favor

-Vale. También encargué un Mr Potato para Edurne

-Te escuchamos, te escuchamos.

-Ya no hice nada más, listilla, me fui a casa.

-¿Seguro?

-¡Eso era una broma! ¿De verdad creías que le iba a enviar esa carta a los Reyes Magos? Era un ejercicio literario, mujer.

-Se te llena la boca con la palabra “literatura”. ¿A quién pretendes engañar?

-Te estás pasando. Yo detesto la hipocresía de diciembre como la que más.

-Sí, sí...

Sin ánimo de parecerme lo más mínimo a don Juan Carlos con su mensaje navideño, abrí este post con la intención de desearles unas felices fiestas porque, querámoslo o no, es época de fiestas, caracoles. No obstante, parece ser que mi postura ante la Navidad no está tan definida como yo pensaba y mi postal se reduce a lo siguiente:

Confío plenamente en que sabrán estar a la altura de las circunstancias, caracoles. Ya saben, no repitan plato si no quieren repetir, no respondan esa clase de preguntas que se formulan desde la mala fe del preguntador y, sobre todo, no olviden que a grandes y forzados reencuentros, grandes excusas.

Y, bueno, espero que busquen y encuentren algo positivo a lo que aferrarse en esta pausa que nos brindan la religión y el capitalismo. Yo, ya se lo dije, hago balances y me uno a la retahíla de batallitas de los Alarcón Mosquera durante las largas sobremesas.

lunes, 21 de diciembre de 2009

Explota, explota, explótame, expló

Boom:

No sé, es como que he dejado de ser un caracol para convertirme en otra cosa que no sé si me gusta porque no alcanzo a saber qué clase de agentes han intervenido en la transformación. Porque soy una piedra. ¿Una piedra soy? Y luego está lo de que no quiero pensar qué pasará si realmente su muerte me pilla bailando, pero lo cierto es que no puedo dejar de pensarlo. Y no puedo dormir porque ando metida en un conflicto de los gordos: ¿arraigada o desarraigada? ¿Por qué haces lo que haces si eres como eres? Ustedes me entienden, ¿verdad? Y cuando consigo dormir me dan las tres de la tarde porque, sin quererlo, he ido renunciando al equilibrio una vez más. Porque, ciertamente, éstos son días inciertos y el final de ese relato me trae por la calle de la amargura. Y, aunque no doy la callada por respuesta, lo cierto es que muchas veces hablo para no tener que hablar. Un mundo mejor para los caracoles, blogspot. Oh, my God.

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Había olvidado lo supercalifragilísticoespialidoso que es para mí vomitar, caracoles. Eso de ahí arriba que a ustedes les dirá más bien poco y a mí me acaba de dar el empujón que necesitaba es uno de los resultados del balance de vida en el que ando metida estos días y, de esta manera, después de reajustar los valores de algunas de las cartas con las que he jugado este año, vuelvo a apostar por el vómito saludable y me regaño por haberlo devaluado tanto últimamente.

Si algunos de ustedes se mostraron, más que reticentes, reacios a lo de hacer un balance de vida, mucho me temo que tampoco serán partidarios de vomitarse el presente, con todo lo bueno y lo malo que ello supone. Allá ustedes, caracoles. Recuerden, eso sí, que sirve de muy poco esconder el reloj para dejar de perder el tiempo.

Si no queremos analizar nuestro pasado más inmediato o nuestro presente por disconformidad con lo vivido o con lo que nos ha tocado vivir es porque algo ha fallado y, si algo ha fallado, hay que arreglarlo, reutilizarlo con otros fines o depositarlo en un punto limpio para que el error desaparezca sanamente, sin trampas ni atajos. No lo digo yo, lo dicen todos los manuales relacionados con la optimización. Esos manuales que también dicen que no vale auto convencerse de que la solución no depende sólo de nosotros.

Y me despido con esta exagerada y dramática canción prometiéndome que no voy a volver a escucharla en unos cuantos años (por lo menos) y poniéndome a mí como testigo de que mañana escucharé el despertador.


viernes, 18 de diciembre de 2009

¿Qué no arreglará la paella de mi madre?



- "Hillary, os damos 511 soldados para Afganistán a cambio de que hagáis entrar en razón a Marruecos con cualquier chantaje". Sucedería así, ¿caracoles?

Mientras mi madre aprende a escanciar el té como es debido y Macaco, muy a mi pesar, se telefonea con su amada Kira Miró, yo les cuento que hemos venido al Aaiún a comernos una paella con Aminetu Haidar.

Aunque aún tenemos demasiados huecos en blanco sobre lo sucedido en el día de ayer y el pueblo saharui sigue siendo un pueblo oprimido, hemos venido a celebrar el regreso y la recuperación del pasaporte retenido.

Amelia me reclama, caracoles. Vamos a empezar a preparar la paella y me ha tocado cortar los ajos, jo. Paella para la esperanza de que la acción de Aminetu marque un nuevo rumbo en la historia del Sáhara.



¡Cómo me gusta Calexico, caracoles!

martes, 15 de diciembre de 2009

Escritura creativa

Joaquín Sabina está tan feliz actualmente que ha tenido que echar mano de la galopante depresión de su amigo Benjamín Prado para escribir las letras de su nuevo disco. Con la excusa de distraerlo y la finalidad de lucrarse de la creatividad que implica su tristeza (Benjamín Prado tiene el corazón partío, caracoles), Sabina se llevó al desolado poeta a la triste ciudad de Praga. Prado prestó parte de su desazón al cantautor y juntos, en amor y compaña, escribieron Vinagre y Rosas, un disco que poco tiene que ver con la socarronería y la elegante amargura del Sabina de toda la vida. (Entrevista molona)

El artista nace y también se hace. Aunque la técnica y la disciplina juegan un papel importante en todo lo que concierne a la creatividad, lo cierto es que la inspiración y demás bobadas son también decisivas a la hora de crear algo que tenga por finalidad última hacer “chack” en el receptor de esa cosa que llaman arte. Y no es menos cierto que, dentro de la inspiración y demás bobadas, la inestabilidad emocional en alguna de sus variantes es un indiscutible punto a favor del “chack”.

Nada me gustaría más que poder rebatir el tópico que une a la tristeza y a la soledad (soledad de la mala, se entiende) con la creatividad, pero sería muy hipócrita por mi parte hacerlo, caracoles.

Eso sí, vaya por delante que, por mucho que la infelicidad tienda a despertar la sensibilidad que habita en el interior del individuo, cada cual canaliza esa pulsión a su manera. Por eso no todos los infelices son artistas ni necesariamente la infelicidad genera obras basadas en la propia infelicidad. Menudo coñazo si así fuera, ¿no creen?

Y después de esta disertación que seguro cambiará radicalmente sus vidas, les cuento en relación a la otra cara de la moneda, la de la técnica y la disciplina, que en la librería “Un cuarto propio” se ha abierto el plazo de inscripción para un taller sobre escritura creativa.

A pesar de que tanto el material del curso como los ejercicios a desarrollar han sido en su mayoría elaborados y/o propuestos por Cristina Serrano, el alma de Un cuarto propio, será una servidora la que se encargue humilde e ilusionadamente de transmitirle los contenidos a todo el que se apunte. (Info).

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¿Que por qué el curso dura poco más de un mes y no tres como se dijo al principio? ¡Porque me voy a China, caracoles! Ala, ya lo he dicho.

lunes, 14 de diciembre de 2009

A dudar se aprende


JR Mora

El antiguo director del banco en el que los Alarcón Mosquera tienen depositadas todas sus deudas condenado ahora a trabajar en la ventanilla de la oficina. Si tuviese que elegir una imagen que resumiese todo lo acontecido con la crisis, me quedaría con la de ese banquero que ha dejado de firmar préstamos astronómicos para pasar a actualizar libretas y atender a jubilados maleducados. Tendrían que verlo. Tendrían que haberlo visto antes y verlo ahora, caracoles. El día menos pensado le vuelven a leer la cartilla (leerle la cartilla a un banquero, qué ironía) y lo ponen a doblar cartas.

Se nos acaba el año, caracoles. ¿Cómo se les queda el cuerpo tras este 2009? ¿Valió la pena? Y la alegría, ¿valió la alegría?

Aunque no es conditio sine qua non para ser un individuo de bien ir por ahí haciendo balances de vida (y, mucho menos, hacerlos en diciembre), a mí me gusta hacerlos . A mí me gusta hacerlos en diciembre, ea. Y la cosa no acaba ahí, caracoles, me gusta examinarme con calma y profundidad para poder felicitarme o regañarme y digerir las dichas o las miserias tras haber analizado concienzudamente lo hecho, lo sentido y lo pensado. Por eso empiezo a preparar mi examen dos semanas antes del 31, porque me encanta pensarme bien. Ya hablamos de esto hace un diciembre...

He empezado con la crisis para calentar motores y ejercitar la memoria un poco más y, lo que les digo, de todo lo relacionado con ese tema, me quedo con el banco en el que los Alarcón Mosquera tienen depositadas sus deudas y con el banquero venido a menos.

miércoles, 9 de diciembre de 2009

Con verbo se siente mejor

Los miércoles preparo las oposiciones de Secundaria, caracoles. Voy a escribirlo otra vez, a ver si así resulta más convincente: Los miércoles preparo las oposiciones. Ejem. Un último intento, por favor: Los miércoles... Está bien, desisto.

¿Les cuento lo que se dijo a propósito del afecto en la charla sobre modelos familiares y su repercusión social de la que hablábamos el otro día? Se dijo que una de las grandes diferencias entre los animales y las personas es, indudablemente, el uso del lenguaje. La antropóloga de turno sostuvo que, si bien es cierto que el verbo no es indispensable para manifestar el cariño o el desprecio hacia cualquier cosa, todo parece indicar que el hecho de que podamos hablar o escribir sobre un sentimiento (sea de la naturaleza que sea) da lugar a que sintamos ese afecto con mucha más intensidad.

No se hagan los despistados, recuerden aquella vez que le contaron a su mejor amigo de la niñez o la adolescencia “me gusta Fulanito o Fulanita” y reconozcan que, desde ese momento, su enamoramiento fue mucho más real. Quizá nunca llegaron a contárselo a Fulanito o Fulanita pero ustedes ya lo habían dicho en voz alta y, al decirlo, sus pulsaciones se aceleraron hasta límites insospechados. “Joder, es que me gusta de verdad” constatarían tras esa confesión, estoy segura. Es el poder de la palabra, qué le vamos a hacer.

Y, ¿eso es bueno o malo? A mí que me registren... Dependerá del sentimiento, supongo.

Yo, por si las moscas, voy a escribir de nuevo que “los miércoles preparo las oposiciones de Secundaria” con la esperanza de que algún día llegue a creérmelo y me atreva a acercarme a ese maldito temario.


-Y no te has planteado descartar la opción “oposiciones”.

-¿Qué haces tú aquí? Lo que menos necesito ahora es una crisis, que lo sepas.

-Já! Has picado, idiota. Ahora también has escrito “descartar la opción oposiciones”. A ver cómo sales de ésta, maja.

-Mierda. No se vale.

-Se siente.

viernes, 4 de diciembre de 2009

24 instantes



Déjenme desearles un feliz puente con esta joyita cinematográfica del ciudadrealeño Daniel Chamorro, caracoles.

24 instantes. No vale intentar detener el tiempo, lo dice La Muete

¡Viva la Inmaculada Concepción!