miércoles, 21 de octubre de 2009

La triste historia de dos litronas



De un tiempo a esta parte, la vida me está devolviendo los palos que yo intenté darle antes. Para que se hagan una idea les diré que he tenido que ceder a grandes verdades como que Carmen, la bedel del Aulario de la Universidad, es una bellísima persona. Yo que tanto critiqué a Carmen durante mi época universitaria.

Ahora pienso en todos los que penden de un hilo por haber traspasado los límites de la legalidad con alguna de sus acciones, los que acaban de ser cazados o los que sospechan que no tardarán en serlo. Aquellos que están a la espera de un juicio, pongamos que hablo del caso Gürtel. Pienso en las cabezas cortadas y, de alguna manera, las compadezco.

Otto y Víctor ya han caído, Santi y yo seremos los siguientes en hacerlo. Imagínense, caracoles: un catorce de septiembre cualquiera, cuatro amigos terminan de cenar un kebab y se dirigen al conocidísimo Parque Murallas de Ciudad Real a fin de refrescarse con un par de cervezas de litro. No se lo van a creer, pero se trataba de las cervezas más frías jamás vendidas por un chino. Doy fe de ello.

Y así, ajenos a los agravios que estábamos perpetrando contra la comunidad a cada trago de cerveza, la policía vino a nosotros para iluminar nuestro camino. Esto que estáis haciendo es ilegal, nos dijo el poli malo sin tan siquiera darnos las buenas noches. Nos vamos a otro sitio, dijo Víctor intentando negociar el asunto. No, tenemos la obligación de deshacernos del alcohol; no lo digo yo, lo dice la ley. Sabéis que no se puede beber en la calle.

Y tomaron y comprobaron nuestros datos, no sin antes verter las litronas más frías jamás vendidas por un chino al suelo y tirar los envases de vidrio a una papelera cualquiera. Cuánto me queda por aprender de los agentes de la ley: tirar los envases de vidrio a una papelera cualquiera, eso es ser un ciudadano concienciado y preocupado por el decoro y el buen funcionamiento de la ciudad. Sí, señor.

Ahora, como les digo, vivo en tensión. Hablo a diario con mi madre para preguntarle si me ha llegado alguna carta. Certificados de cursos, vidas laborales y poco más. Me debato entre pagar o no pagar la sanción, recurrirla o sustituirla por una medida educativa o reparadora. En qué consistirá la medida educativa, me pregunto. Sólo se trataba de las dos litronas más frías jamás vendidas por un chino. Hay que joderse.

Quizá por ser mujer me libre de la multa. Quién sabe.

5 comentarios:

ottoreuss dijo...

"Las dos litronas más frías jamás vendidas por un chino" xDDD

¿"Quizá por ser mujer me libre de la multa"?. Te habrás quedado tan ancha al ponerlo.

¿Quién? dijo...

Pues sí, me he quedado más o menos ancha, ot.

"Quizá pro ser mujer me libre de la multa", no es más que una infonsiva crítica a la discriminación postiva con un ligero toque de humor.

Aunque quizá en mi cabeza esa frase sonaba mucho más chispeante :)

Montse dijo...

"Quizá por ser mujer me libre de la multa", no es discriminación positiva es machismo. Nata, ya hay muchos y muchas empeñados en desprestigiar el feminismo y la discriminación positiva, no juegues con ello que si hasta tú lo haces...

Un abrazo, Montse

¿Quién? dijo...

Jo, no os enfadéis conmigo, chicos :-(

Acepto la presencia de la discriminación positiva dentro de la lucha feminista (una lucha tan justa y necesaria como contaminada), pero no comulgo con esa estrategia lo más mínimo.

Y de veras me entristece constatar que, de alguna manera, está siendo una medida efectiva. El fin no justifica los medios, ¿no?

Me sublevo contra la desigualdad en todas sus vertientes, claro, y no sólo porque la haya sufrido en mis propias carnes soy consciente de que en la actual situación de la mujer hay mucho por lo que luchar pero, insisto, dudo profundamente que echarle más discriminación a la discriminación ayude a arreglar el problema de base.

Y si estoy equivocada y resulta que echarle más discriminación a la discriminación es una buena medida a favor de la igualdad, me entristeceré mucho más.

No quiero que me paguen más por ser mujer. No quiero ayudas, ni subvenciones, ni cursos, ni ningún tipo de concesión por el hecho de ser mujer... Soy consciente de que se trata de una campaña temporal, de un golpe de efecto. Pero, insisto, la naturaleza de este planteamiento me parece miserable.

En cualquier caso, la multa ya ha llegado a la residencia de los Alarcón Mosquera ;-)

Montse dijo...

Yo pensaba como tú, pero Esther que es muy lista (la otra de tus pedroches) me convención de que estaba equivocada. Así que dile que te lo explique, vale?

Pero para entenderlo debes empezar por darte cuenta que la mayoría de las mujeres no están en tu situación, si la mayoría fueran como tú claro que no haría falta discriminación positiva. Otro día sigo, es que estoy muy cansada.

Besos, Montse