Ojos que no ven, con gusto no pica. ¿Qué me dicen de los refranes, caracoles? Al buen entendedor, le llueve sobre mojado y a quien madruga, cien pájaros le caen en la mano. A mí su vulgaridad se me antoja tan repelente como atractiva. Es algo así como una relación simultánea de amor y odio, no sabría explicarles.
El caso es que no gusto de aderezar mis reflexiones con semejantes sentencias porque, a mi juicio, condensan y simplifican la realidad hasta límites insospechados. No obstante, reconozco que suelo recurrir al refranero popular con más frecuencia de la que me gustaría. Y es que a veces me resumo en un refrán, caracoles.
Dime con quién andas, todo son pulgas. Lo mejor es reinventarlos, siquiera para pasar el rato. Va a ser peor el remedio que la cuenta nueva. Borrón. Sobre gustos, corazón que no siente.
-¿Me puedes decir cuál es la finalidad de esta entrada, Nata?
-La pura recreación en la palabra, supongo.
-Interesantísimo. Sí, señora.
-En boca cerrada, que mal acompañado. Déjame en paz.
-Venga, anda, déjalo ya.
-No hay cosa más rica que rascarse cuando pica.
-Pues claro que sí, mujer. Rascarse cuando pica, no hay cosa más rica. ¿Nos vamos a dormir?
-Sí.
#MockingGod, burlándose de Dios
Hace 16 horas
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