lunes, 21 de diciembre de 2009

Explota, explota, explótame, expló

Boom:

No sé, es como que he dejado de ser un caracol para convertirme en otra cosa que no sé si me gusta porque no alcanzo a saber qué clase de agentes han intervenido en la transformación. Porque soy una piedra. ¿Una piedra soy? Y luego está lo de que no quiero pensar qué pasará si realmente su muerte me pilla bailando, pero lo cierto es que no puedo dejar de pensarlo. Y no puedo dormir porque ando metida en un conflicto de los gordos: ¿arraigada o desarraigada? ¿Por qué haces lo que haces si eres como eres? Ustedes me entienden, ¿verdad? Y cuando consigo dormir me dan las tres de la tarde porque, sin quererlo, he ido renunciando al equilibrio una vez más. Porque, ciertamente, éstos son días inciertos y el final de ese relato me trae por la calle de la amargura. Y, aunque no doy la callada por respuesta, lo cierto es que muchas veces hablo para no tener que hablar. Un mundo mejor para los caracoles, blogspot. Oh, my God.

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Había olvidado lo supercalifragilísticoespialidoso que es para mí vomitar, caracoles. Eso de ahí arriba que a ustedes les dirá más bien poco y a mí me acaba de dar el empujón que necesitaba es uno de los resultados del balance de vida en el que ando metida estos días y, de esta manera, después de reajustar los valores de algunas de las cartas con las que he jugado este año, vuelvo a apostar por el vómito saludable y me regaño por haberlo devaluado tanto últimamente.

Si algunos de ustedes se mostraron, más que reticentes, reacios a lo de hacer un balance de vida, mucho me temo que tampoco serán partidarios de vomitarse el presente, con todo lo bueno y lo malo que ello supone. Allá ustedes, caracoles. Recuerden, eso sí, que sirve de muy poco esconder el reloj para dejar de perder el tiempo.

Si no queremos analizar nuestro pasado más inmediato o nuestro presente por disconformidad con lo vivido o con lo que nos ha tocado vivir es porque algo ha fallado y, si algo ha fallado, hay que arreglarlo, reutilizarlo con otros fines o depositarlo en un punto limpio para que el error desaparezca sanamente, sin trampas ni atajos. No lo digo yo, lo dicen todos los manuales relacionados con la optimización. Esos manuales que también dicen que no vale auto convencerse de que la solución no depende sólo de nosotros.

Y me despido con esta exagerada y dramática canción prometiéndome que no voy a volver a escucharla en unos cuantos años (por lo menos) y poniéndome a mí como testigo de que mañana escucharé el despertador.


2 comentarios:

Angua Bipolar dijo...

Ánimo con ese balance... yo es que creo en el año hídrico y hago los balances y reajustes en septiembre.

¿Quién? dijo...

¡Angua bipolaaar!

Gracias!