Han pasado muchas cosas, caracoles. La más evidente es que no he cumplido mi palabra: abrir el chiringuito el día 10. No me lo tengan en cuenta, por favor, resulta que mi calendario mental y yo pusimos esa fecha porque pensamos que el décimo día del año caería en lunes y resulta que ha sido sábado en vez de niña, disculpen la incidencia.
Han pasado muchas cosas, les decía. De buena gana les haría una crónica de mis tres semanitas por España. Quiero decir que, con mucho gusto, les hablaría sobre la sensación de llegar a un sitio que, no sé, que sientes como más tuyo porque ya desde el aséptico aeropuerto empiezas a entender todas y cada una de las palabras de la gente que te rodea, sensación que no siempre es placentera, claro. También, por qué no, me recrearía en el puro acto de conversar –con ese don para con la conversación que tenemos los fumadores, ay-. Del universo familiar, del sitio de mi recreo, de Emilio y El rincón de luna, mi bar en Ciudad Real, del paripé de la navidad que escribo con minúscula adrede. De los encuentros y desencuentros. De los compañeros de vida.
De buena gana extirparía todo esto que les digo, pero no creo que les interese demasiado y, sobre todo, no sabría por dónde empezar. Han pasado muchas cosas. Es lo que tiene un año, que pasan muchas cosas. ¿Cómo se les presenta el 2009, caracoles? Aún no lo saben, claro. Yo tampoco. Eso sí, vengo decidida a reconducir mi vida en Barntrup y, bueno, todo apunta a que ya estoy dando los primeros pasos. Seguimos con el poco a poco, amigos.
Ella me pregunta qué he aprendido del kinderdorf, del trabajo con adolescentes en situaciones, digamos, problemáticas. Y yo le digo que, entre otras cosas, esta experiencia me está sirviendo para confirmar que la necesidad de cariño es, existe, y que cuando no se tiene se adoptan posturas tristes o, digamos, problemáticas. Y ella vuelve a la carga, ¿cariño? ¿Qué es eso del cariño? Y luego dice que no tengo ni puta idea de lo que digo pero yo no me lo tomo como algo personal porque, según ella, nadie tiene ni puta idea de lo que dice y, con todo, insiste y yo no sé si me está vacilando o me pregunta de verdad: que qué es eso del cariño te estoy diciendo, ¿es que no me oyes?
La mayoría de mis pensamientos y de mis actos en el 2008 han girado en torno al individuo y eso ha estado muy bien, me digo. De entre los muchos caminos que podía haber seguido, estoy convencida de que no me fui por el peor y eso, como digo, está muy bien. Pero ya basta o, al menos, ya basta un poco. Porque desde hace un tiempo ya no me entrego al otro con la misma intensidad y entereza, con todo lo que soy, que no es ni mucho ni poco, ni mal ni bien, sencillamente es todo lo que soy. Ese otro que pueden ser ustedes, mi madre, Otto o mis sobrinas, por ejemplo.
Últimamente ya no se trataba de corazas como antaño, no sabría explicarles. Es algo así como que, conscientemente, me había ido retirando de la interactuación “a pelo” con el entorno. Tampoco es que fuese con el pie echado por si las moscas, porque nunca he sido de ésas. El caso es que con tanto pensar qué es y qué quiere el individuo, esto es, qué soy y qué quiero, qué necesito, qué me gustaría y para qué quiero qué; con tanto pensar en esto, he ido dejando de jugar con la misma intensidad con las otras cartas de la baraja que implican la presencia de alguien al otro lado. Y por qué estás tan segura de que esas cartas que requieren de otra persona existen, probablemente me preguntaría ella. Pues porque tú y él y el otro y ella y el de más allá existen, está claro.
A día de hoy, todavía me emociono cuando recuerdo aquellos fines de semana en que me echaba a la calle con la cara pintada de blanco para decir que el mundo adolece de un grave problema de comunicación. Fue toda una experiencia, caracoles. Y estas navidades me eché a la Plaza Mayor de Ciudad Real con Sonia para decir que hay que ser conscientes de que somos o podemos ser felices y también me emociono al recordarlo. Y también fue toda una experiencia. Pero fue tan distinta, caracoles. Yo no sé.
Me gustan las dos. Quiero decir que no estoy dispuesta a prescindir de ninguna motu proprio (ni del individuo ni del otro) y esto más que un propósito de enmienda es una querencia que me pide el cuerpo. Con esto último quiero decir que no sé qué carajo será el cariño exactamente, ni la amistad, ni el amor ni todas esas cartas que implican la presencia de alguien al otro lado pero, eso sí, de su existencia no me cabe la menor duda. No sé cómo ni por qué se generan y del para qué ni me hablen. Pero existen. Cada uno las vive y las siente, las exprime o las desestima a su manera pero existir, existen. Es algo así como una querencia que se puede seguir o no seguir pero son unas cartas con las que hay que jugar porque, querámoslo o no, estamos en contacto.
Y a mí lo que me pasaba es que, sin pena ni gloria, había dejado esas cartas debajo del tapete porque me debía un tiempo conmigo y eso era justo y necesario, ya saben. Con esta parrafada que les estoy soltando quiero decir que, ahora que he conseguido el equilibrio conmigo misma, voy en busca del equilibrio con ese otro que está al otro lado: con ustedes, con mi madre, con Otto o con mis sobrinas, por poner en ejemplo.
No es una declaración de intenciones, ya dije, se trata más bien de una querencia, ¿qué dice ustedes?
2 comentarios:
pues digo que quizá para encontrar el equilibrio con uno mismo se necesita de un factor externo, algo que nos haga de pesa para nivelar nuestro ser.
Que movidas natalia, me has hecho pensar... jajaja
un abrazo!
Lo que yo te digo, Nata, que a este paso le quitas las mangas a Ortega.
Por cierto, no incumpliste tu promesa del todo, que escribiste un buen comentario en tu entrada anterior el día 9.
Ah!, la página en la que se publica lo de los profesores visitantes es: http://www.mepsyd.es/exterior/usa/es/programas/visitantes/portada.shtml
Bueno, para el 2010/2011 nos vemos en USA así que desempolva tu english. Y visita http://www.nadapermanece.blogspot.com/ para informarte mejor y/o para ligar, está como un queso, es inteligente y divertido. Así que... Ves tu profe que se sigue preocupando por ti, jajaja. Un besazo, Montse
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