miércoles, 5 de agosto de 2009

Misión cumplida

Ayer lo vi, caracoles. La nostalgia y la tristeza suelen coincidir. Como estaba sentada, nunca podré saber si hubiese llegado a desmayarme por la sensación de volver a verlo después de tanto tiempo. Eso sí, me tembló todo e incluso llegué a dudar: ¿no me digas que sigues creyéndote enamorada? No, no es eso.

Ayer lo vi y sentí lo mismo que cuando tuve que atender a sus amigos por primera vez en la cervecería. Un hormigueo, que no un mariposeo, en el estómago. Un revuelto de arañazos, obsesiones, lagunas y malos recuerdos. La memoria, ya lo sabrán ustedes, es un universo caprichoso. Así que no pude hacer otra cosa que fumar tres cigarros de una sentada y dejar que Otto decidiese la hora y el camino de vuelta. Y no pasamos por la puerta de aquel bar.

Él no me vio. La nostalgia y la tristeza suelen coincidir. Ya no me duele la sensación de que él nunca haya llegado a verme del todo, ni la certeza de que yo quise ver demasiado en él. No digo que él sea poco, digo que es poco probable que él sea tal y como yo me empeñaba en creer. No, hace tiempo que dejó de dolerme.

Ya nunca les hablo de amor y este post no va a ser una excepción, caracoles. Vine a Ciudad Real para no volver. Quiero decir que vine con el firme propósito de desmitificar los lugares y quitar dramatismo al caprichoso recuerdo de mi primer Ciudad Real. Porque han pasado dos años desde entonces y, ahora, la vida es otra cosa. Para Ciudad Real y para mí.

Asumo mis limitaciones y le digo a Otto que no me esperen para Autopsia, que no puedo escribir un artículo sobre la identidad de esta ciudad sin caer en la ñoñería y, por lo tanto, no voy a hacerlo; pero no por ello doy por perdido mi reto, caracoles.

Desmitificación de los lugares: prueba superada. Y a otro reto, mariposa.

Porque el pasado, el presente y el futuro de un individuo hacen que ese individuo sea o pueda ser muchos individuos, diacrónicamente hablando. Aunque a los puntos del pasado, el presente y el futuro les entre la loca de unirse alguna que otra vez. Bástese la certeza de no sentirse saco roto e ir tirando de lo aprendido para darle trabajo a la diacronía, y a disfrutar se ha dicho.

Porque a pesar de que la nostalgia y la tristeza coincidieron porque ayer lo vi, Ciudad Real no pinta nada en este asunto y yo, se lo acabo de decir, no soy ningún saco roto.

A Ciudad Real nunca se va, a Ciudad Real siempre se vuelve. Qué barbaridad.

Ala, un puzle menos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

:-)


Laurita.