Caracoles, he de confesarles algo: aquí donde me ven, estoy opositando para ser profesora de lengua y literatura en un centro de secundaria. Efectivamente, a mis veintitrés añitos una parte de mi trasero se deja seducir por la idea de tener una silla vitalicia en la que apoyarse. Que no, hombre, que no, que me presento en calidad de caracol.
Hace casi un mes hice el examen escrito y esta semana tengo la prueba oral. Estoy nerviosa, caracoles. No puedo pensar en otra cosa, ni tan siquiera puedo hablarles de la paella de este fin de semana (les debo una crónica de nuestro viaje a Mali) y es que, si los nervios no me traicionan, estoy a puntito de cumplir uno de mis sueños.
Siempre quise saber qué se siente al soltar el típico discursito de “El club de los poetas muertos”, “Mentes peligrosas” o “Poli de guardería”. Ya saben, las clásicas palabrejas que el guay de turno suelta delante del director tocapelotas que luego resulta no ser tan mala gente. Ésta es mi gran oportunidad para hacerlo y, de momento, no voy a dejarla escapar. Aunque, no sé yo...qué nervios, oigan.
En fin, luego les cuento cómo acaba el episodio. ¡Disculpen la ausencia de estos días!
#MockingGod, burlándose de Dios
Hace 21 horas
3 comentarios:
yo ya s� c�mo acaba, yo lo s�. Yo lo predije.V�ase mi blog. ;p
pero como no estorba, suerte.
Nata, que todo te vaya muy bien, que seguro que lo bordas.
Besitos desde Toletum,
Bea.
Gracias!
a pesar de la nota, hubo un final feliz (la satisfacción con la que salí del aula) y todo fue muy bien.
Ciao!
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