martes, 19 de agosto de 2008

Poliedros

Tómenlo como una advertencia, caracoles, no como una amenaza: si lo que sigue llegase a salir de este blog no tendría ningún problema en lavarme las manos y decir que la responsable de todo ha sido mi madre, que sabe todas y cada una mis contraseñas, y, si me apuran, incluso diré que lo escribió a pachas con Saudade, ¿está claro?

Estoy hartita de Rafael Nadal y sus victorias. Hartita de verdad.

No me malinterpreten, no le deseo ningún mal a ese mozalbete e incluso le felicito por tantos trofeos acumulados en tan poco tiempo pero he de confesar que este personaje me produce cierta antipatía y, cada vez que llega a mi conocimiento una victoria suya, no puedo evitar encender o apagar un cigarro, según se tercie.

No se puede ser tan infalible, hombre, no se puede. Supongo que este buen hombre tendrá sus puntos flacos, sus defectos, sus tragedias, sus espinitas (seguro que nunca consiguió la plaza de administrativo que soñó desde pequeño) por eso ruego que alguien me haga saber que detrás de esa raqueta se esconde un ser humano. No se trata de envidia, lo juro. No es la primera vez que un crack así me despierta tanto rechazo y la culpa no es suya (¡él es un crack!), el problema está en mí, bien lo sé. Y es que no me llena el ojo la gente que no deja mostrar su dimensión humana. Para lo bueno y para lo malo, que conste.

Tengo a bien considerar que para que las relaciones sociales lleguen a buen puerto (sea cual sea su nivel) es tremendamente positivo mostrar más de una faceta. Los sólo tristes son un coñazo, los sólo graciosos, irritantes; los trascendentales, soporíferos, etc. Con la de cosas que somos, ¡hay que joderse con la maldita costumbre que tenemos de poner sobre la mesa una sola carta! En cuanto a los sólo cracks he de decir que yo, personalmente, desconfío: Nadal, tío, cuéntanos un chiste o algo, ¿no?

No pretendo que este deportista de élite vaya a “¿Dónde estás, corazón?” a hablar sobre los pormenores de tu vida. No seré yo quien intente vulnerar el derecho a la intimidad de nadie. No van por ahí los tiros, no. Tampoco es mi intención hacer del género humano una masa natural y espontánea ─aunque me gustaría, asumo que yo no soy quién para hacerlo─, lo que sí me parece saludable para todos, como les digo, es que un Rafael Nadal deje ver que es algo más que un tenista (porque estoy segura de que es algo más que un tenista). Que lo haga mientras juega al tenis, mientras celebra una nueva victoria o promociona otra marca de coche pero, por favor, que transmita algo más que un poder sobrenatural para con la raqueta y que lo haga por él mismo y por nosotros. Sería tan provechoso para todos, caracoles.

Estoy convencida de que si llegase a mi conocimiento alguna faceta más de este buen hombre (por mínima que sea) volvería a celebrar sus victorias. No le deseo ningún mal, ni tampoco ninguna derrota. No obstante, hace tiempo que la trayectoria deportiva de este crack dejó de interesarme: otra victoria más, ea. Me irrita su impermeabilidad, no lo puedo evitar. Rafael Nadal no es ni presumido, ni humilde, ni trabajador, ni reservado, ni gracioso, ni serio. Es un tenista y punto. Y es tan antinatural ser una cosa y punto que a mí, personalmente, los sólo cracks no me llenan el ojo. Por eso, cada vez que lo veo en mi tele enciendo o apago un cigarro, según se tercie.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

el otro día en la tele entrevistaron al abuelo de Nadal y siento decirte que, salvando el hecho de que este señor parece ser bastante monárquico, es el tipo de abuelo perfecto, sereno, culto y sensato, de esos que dan consejos excelentes y exquisitos abrazos. Así que la "perfección" es una lacra con la que parece cargar esa familia.;p
De todas formas, gracias a este verano marujil y a mi Sancho particular, hoy me he enterado de que el mozalbete ha aparecido en la portada de no sé qué revista bastante ligerito de ropa. Y posando, como no con su medalla de oro. No creo que lo haga por dinero, así que a mí ese comportamiento me sirve para bajar del pedestal a Nadal, a no ser que haya posado pensando en hacer felices a las miles de fans que babearán con su cuerpo hercúleo. En ese caso, se puede decir que además de tenista, el chico es solidario.
un besico

Anónimo dijo...

a mí me cae muy bien Nadal. Además es uno de los pocos grandes deportistas que sigue empadronao en su ciudad natal y paga todos sus impuestos, lo cual, sí, le hace más perfecto. ¿Se puede decir más perfecto? Perfecto ya es un superlativo. Es EL superlativo. No debería poderse comparar.

Mira, para algo más sirve Nadal, para hacerme reflexionar sobre la lengua.

Perfecto...

:)

cohete dijo...

A mí me jode que sea tan modesto. Muchacho! que has ganado la davis, el roland garros y la olimpiadas!!

y además esto, jaja http://www.elpais.com/articulo/Revista/Verano/oro/olimpico/sex/symbol/internacional/elppor/20080819elprdv_20/Tes

¿Quién? dijo...

Gracias por los datos, chicas, ya lo voy mirando con otros ojos. ¡ya veo a una persona!

Bueno, lo de que lo hayan convertido en un sex symbol me parece mucho más que discutible :)

--
Sin_anchoas, después de otro intento de visita a tu blog, iba a escribirte un mail diciéndote "qué pasa con tu vello púbico".

Por suerte, algo me va enseñando la vida y, aunque tarde, he caído en la cuenta de que el error podía ser mío. Efectivamente, no he puesto el enlace correcto. Enmiendo el error y paso a visitarte.