jueves, 23 de octubre de 2008

Pues no se me ocurre ningún título, ea.




Creo que ya es hora de ir cerrando el primer capítulo de Tilín. Eso sí, antes de nada quiero agradecerles sus comentarios. A diferencia de ese grandioso y a la vez indeciso sol que no tira ni para un camino ni para otro, ustedes me han sido de gran ayuda. Cierto es que podrían haberse mojado un poco más y es que, no me malinterpreten, pero a veces tengo la sensación de que soy la única que habla de sus cosas en Un mundo mejor para los caracoles.

Dicho esto, les cuento que he tomado una determinación y, como no hay nada que más deteste que fallarme a mí misma, mi determinación es clara e imprecisa al mismo tiempo. Ello me permitirá poder actuar sin un guión establecido y, al mismo tiempo, evitará los reproches a posteriori de esa jovenzuela que me habla cuando me sobrevienen las crisis. Han de saber que tomar determinaciones claras pero imprecisas ─imprecisas pero claras─ me ha salvado la vida casi literalmente, caracoles. Les animo a que se animen.

Como podrán imaginar, la cosa va por aquello del miedo. El miedo a recuperar esa parte del pasado y el miedo a perder esta parte del presente está ahí, no puedo negarlo pero sí puedo intentar no mirarlo. Y en esas estamos, caracoles. Digamos que el miedo se queda en el banquillo mientras el resto de elementos entran en juego. Es por eso que lo que suceda a partir de ahora con mi tilín no podrá ser analizable desde la perspectiva de la valentía o la cobardía.

La vida me va mucho mejor desde que no tengo en cuenta conceptos como “valiente” o “cobarde”. Probablemente hubiese superado el miedo a los perros y al lenguaje diciéndome “Nata, tienes que ser valiente” pero, qué quieren que les diga, me reconforta mucho más ser consciente de que no sólo me movió la adrenalina cuando elegí vivir en un piso con Quita, la perra que quitaba el sueño según Elisa y, según Peter, la perra que quitaba las penas. Cuando tenía quince años “The bad Queens” (así se llamaba mi pandilla de amigas bakalas) hacía verdaderas locuras y alguna que otra estupidez a la voz de “¿a que no hay huevos a…?” porque siempre hubo huevos a todo o a casi todo.

En su momento disfruté arriesgando por arriesgar (ni siquiera por curiosidad, sólo por arriesgar) pero ahora me gusta sacarle más miga al asunto, ordenar mis prioridades y actuar según mis pasiones y mis convicciones. Aunque, insisto, los resultados de muchas acciones de ahora no difieren demasiado de los resultados de algunas de las locuras y estupideces perpetradas cuando era una de las malas reinas.

Llegado este punto de la entrada, mi amiga Alicia (que, en su momento, también fue una bad queen) diría que “entre to' junto, no estoy diciendo na'”. Y quizá tenga razón, no estoy diciendo nada “con sustancia” y no es que quiera ir de misteriosa por la vida, porque no lo quiero; se trata más bien de que, a mi juicio y a mi experiencia, el Tolón o el no Tolón no es algo que se haga de un día para otro. De momento, tengo a bien considerar que el conocimiento negativo también es conocimiento y yo, en este tema que nos traemos entre manos, sé lo que no quiero, que ya es mucho saber. A partir de ahora, que pase lo que tenga que pasar y lo que yo quiera que pase, pero que no sea por miedo o por no miedo. Eso ya no se vale.

Y hasta aquí llega el primer capítulo de Tilín, caracoles. Seguiremos informando cuando haya algo “con sustancia” que contar.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

En resumen, que aunque estás muerta de miedo te vas a dejar llevar a ver qué pasa, no? Pues muy bien, ¡suerte!

No obstante, si además pones algo de tu parte para que facilitar que salga bien pues mejor que mejor. Y si por poner de tu parte sale mal, pues nada, como dice mi madre, "con las mismas perras te echas otro". Ya sabes, desdramatizar para no sentirnos tan mal ante el fracaso.

Yo, últimamente, más que no hacer las cosas por miedo al fracaso, estoy aprendiendo a hacer las cosas y si salen bien disfrutar y si salen mal no autocastigarme, ya sabes que muchas veces somos nosotros míos los más exigentes con nosotros mismos.

Menudo rollo, qué diría tu amiga Alicia (nuestra AliPiliI al respecto?

Un beso, Montse

Srta Quincampoix dijo...

Nata dice: "Les animo a que se animen". Quincam dice: ánimoooooo, vengaa, a por todas, que tú puedes!!! (todo esto con palmas, gritos, confeti y matasuegras)

Nata dice: "no puedo negarlo pero sí puedo intentar no mirarlo" y Quincam asiente.

Nata dice: "La vida me va mucho mejor desde que no tengo en cuenta conceptos como -valiente- o -cobarde-" y Quincam piensa cuánta razón lleva Nata.

Nata también dice: "porque siempre hubo huevos a todo o a casi todo" y a Quincam le gusta.

Nata dice: "sé lo que no quiero, que ya es mucho saber" y Quincam aplaude.


Y a partir de ahora, que pase lo que tenga que pasar y lo que TÚ quieraS que pase.

sergio_ dijo...

El no importarte no tener título, demuestra que vas por buen camino, seguro que antes tenías miedo a no tener idéas. "No hay huevos a postear sin título", eso en la bloguesfera es una temeridad!! jajajaja


saludos!

¿Quién? dijo...

Pues me alegro de leer a esa nueva Montse que aprende a disfrutar...

Me he puesto colorá, Quincam!

Pues sí, antes tenía miedo a tener ideas, fíjate. Qué cosas.
Saludos!