lunes, 17 de marzo de 2008

La vida en La Mancha





A puntito de claudicar en esto de la búsqueda de empleo y declarada "parásito oficial del reino", no cejo en mi empeño de encontrar “la gran beca” que me mantenga hasta que llegue la época estival.

Desafortunadamente, mis visitas a la página de la UCLM tienen los días contados, dentro de poco modificaré mi carné de la biblioteca para ser un usuario externo y, chau, se acabaron los vínculos. Mis búsquedas han de ir por otros derroteros: no soy becaria del M.E.C., no estoy matriculada en nada, tampoco formo parte del Personal Administrativo y de Servicios y, por lo tanto, no puedo optar a ninguna de las suculentas ayudas que se ofertan desde la universidad.

¿Y dónde me caigo muerta yo ahora, eh?

Ahora me trago orgullos y principios a cucharadas y pincho en el Instituto de la Mujer Trabajadora; se rumorea que hay convocados unos cursos de idiomas muy bien becados (económicamente hablando).


Miro mi monedero y él me mira a mí, parecemos dos amantes que nunca acaban de ofrecerse todo lo que podrían. Él sólo sabe guardar papelajos y azucarillos y yo llevo tanto tiempo sin abrir la cremallera de su bolsillo interior... Bueno, vamos a lo que vamos, que el hecho de que mi monedero y yo no atravesamos un buen momento no es ninguna novedad. El caso es que lo miro y vuelvo rápidamente mi cabeza al ordenador para que nada me detenga, para actuar sin pensar. Hay una oferta, yo la demando. Lo demás tiene que darme igual.

Espero que no haya que ser mujer maltratada, mutilada, divorciada o madre de siete hijos para poder optar al curso y espero ingenuamente que no sólo haya que ser mujer para que entonces la ira infundada que profeso contra estos estúpidos organismos se convierta en prejuicios de una ignorante y no pase a ser una ira con fundamento.

Como espero ustedes comprendan, haré cuanto pueda para conseguir una de estas becas porque a la fuerza ahorcan y yo no tengo ni pa tabaco. Y saben qué es lo que peor, lo peor es que soy consciente de que ésta es sólo la primera vez. ¿A cuántas estupideces tendré que someterme para mantener la inofensiva y hedonista vida que pretendo? Seguro que a tantas que llegaré a olvidar que pretendo una vida inofensiva y hedonista.

La vida mancha, perdón, la vida en La Mancha.

No hay comentarios: