El personal del Kinderdorf ha tenido a bien entregarme una televisión para que haga uso de ella en la habitación en la que habito. Así como se lo cuento, caracoles: esta mañana abrí la puerta de mi casa despeinada y desconcertada y allí estaba ella esperándome, mi nueva tele. Durante unos segundos dudé entre interpretar ese “detalle” como un gesto desconsiderado y cruel por parte de mis jefes que saben y sufren mi ignorancia para con el alemán o interpretarlo como un detalle de todas todas.
Evidentemente, me decanté por la segunda opción por diferentes motivos y el caso es que, después de tanto tiempo sin usar ese aparato, he decidido darle una segunda oportunidad en mi vida y es por eso que, desde hace unas horas, la televisión se ha convertido en una herramienta más para aprender alemán. Dicen que es efectivo, ya les contaré…
Mientras barajaba las infinitas utilidades que podía darle a esa cosa de 14 pulgadas mi cerebro se fue por otros derroteros y enlazó fotogramas de “Aída” (mi serie favorita, ya saben) con “La tortuga de Darwin” la obra de teatro que protagoniza la misma Aída (Carmen Machi para los amigos) y de la que Sonia me hablaba en uno de sus emails. Me encanta la correspondencia con Sonia, con todo lo que ello supone. Y luego me vino a la mente la excesiva información que, sin yo buscarla, he recibido sobre la nosecuántas edición de Gran Hermano en España.
Y es que cada mañana, antes de echarme al mundo y salir de mi habitación, leo la prensa internacional y, sobre todo, la nacional. La nuestra, la que nos identifica y une. La que sufrimos más directamente y comentamos con mayor recurrencia. La prensa española. Y no salgo de mi asombro y mi repugnancia cada vez que, navegando entre páginas escritas para que mindundis como nosotros estemos al tanto de los sucesos importantes que acontecen a nuestra ilustre nación, me topo con información sobre los actuales concursantes del programa que presenta esa gran profesional de la comunicación y los Derechos Humanos que es Mercedes Milá.
Siempre he creído que uno puede hacer oídos sordos, ojos ciegos y bocas mudas en cualquier lugar y en cualquier momento y también he creído siempre que hay palabras e imágenes contra las que no hay profilaxis posible. Yo, como tantas otras veces, me dejé llevar por el histrionismo cuando decidí trasladarme a Alemania huyendo de los aspectos de la realidad que más daño me hacen y, como tantas otras veces, hay palabras e imágenes contra las que no hay profilaxis posible. Hay que joderse.
Por suerte para mí, desconozco el historial de los chavales que viven en el orfanato en el que trabajo, utilizo el periódico para envolver los platos de la cocina (me he mudado, caracoles. Ya no estoy en Lemgo, ahora vivo en Barntrup) y, también por suerte para mí, no puedo hacer preguntas tan descaradas como “¿Estudias o trabajas?” o “¿Qué estudias?” o “¿En qué trabajas?” debido a mis conocimientos de alemán, ya saben. No soy nada partidaria de aquello de que la felicidad del individuo es proporcional a su ignorancia pero tampoco creo que sea beneficioso saber de las cosas tan detalladamente. O, al menos, me permito ponerlo en duda.
Está bien, reconozco que tal y como están, han estado y van a estar las cosas determinada información es relativamente necesaria. Aún no sé para qué, pero algo me dice que es importante saber que ahora a los gobiernos les ha entrado la loca de ayudar a solventar esa supesta crisis a aquellos que pusieron los cimientos de este gran batacazo económico que, dicen, sufrimos. Qué desfachatez, oigan. Como les digo, aún no he conseguido responderme por qué es mejor saber de estos tejemanejes que no saber nada de ellos si, al final, las barricadas se quedaron en pura poesía, en un eslogan con gancho por el que, a la hora de la verdad, no nos dejamos enganchar.
Y ahora me voy con mi madre a preparar la paella de este fin de semana. Quizá algún día, poquito a poco, un mundo mejor para los caracoles sea. Exista.
Un abrazo, caracoles.
#MockingGod, burlándose de Dios
Hace 9 horas
2 comentarios:
he llegado hasta ti a traves del concurso de 20 minutos, competimos, aunque lo mio no sean los caracoles! la de mujeres que somos...
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