lunes, 2 de noviembre de 2009

La cuadratura del círculo o Yo también soy Carlos Otto (VII)

Todo pasa y todo queda. Carlos Otto, el periodista despedido impunemente por publicar un artículo de opinión en su blog personal, el tres veces demandado por injurias y calumnias, el vetado, el tocapelotas que incomoda tanto a peperos (por ejemplo)como a pseudo sociatas (por ejemplo), el destrapicheador que hace lo que puede y un poquito más para destrapichear (informar al ciudadano, se entiende) y, por lo tanto, buen destrapicheador es parece haberse librado de la posibilidad de tener que pagar 18.000 euracos.


Efectivamente, todo apunta a que la historia más triste jamás contada ha llegado a su fin. La historia de la libertad y el derecho a ejercer la ciudadanía (y la profesión, claro). Pero aún quedan muchos cabos sueltos: ¿cómo acabará ese chiste tan malo que ha resultado ser el Aeropuerto de Ciudad Real? ¿Qué nueva lección aprenderán los estudiantes de Empresariales de los ilustres Díaz de Mera y León Triviño? Ay, una de palomitas con mucha sal, por favor, que no pienso moverme del sofá...


Pese a la torpeza de esa improvisada carta de despido, hay que reconocer que esta gente se lo ha currado. Podrían haberlo hecho mejor y ellos lo saben, no obstante, no lo han hecho mal del todo: tres amenazas en forma de carta certificada del Juzgado pidiendo 6.000 euros por barba para reparar la dignidad por culpa del periodista menoscabada (ejem) y la escasa fe en la justicia tan generalizada como probada (sirva la "procedencia" del despido de Carlos Otto como muestra) han sido, en líneas generales, armas potentes que bien podrían haber hecho temblar el pulso del periodista.

Pero a Carlos Otto no le tembló el pulso. “Saber que no os puedo aniquilar no es suficiente para firmar la paz” y contrató a unos abogados más grandes que la copa de un pino e incluso aprendió de leyes. Vilmente silenciado por las circunstancias, aquí el amigo abrió el pico todo lo que pudo y tanto el injusto suceso como la sucia estrategia seguida por sus contrincantes se difundieron como la pólvora. Faltó (y ésa es otra de las espinas que quedan clavadas) la manifestación, quedada, butifarra o manifiesto con fotitos incluidas.

Faltó una muestra de apoyo mayor por parte de los ciudadanos. Debe ser frustrante jugarse el cuello para que, en líneas generales, todo siga igual, ¿no creen? No estoy proponiendo a Carlos Otto como candidato para el próximo premio Nobel ni nada por el estilo (para eso ya tenemos a Obama), sino que, sencilla y humanamente, considero que alguien debería haberle hecho justicia a este verdadero profesional de la información y, a falta de justicia en los juzgados, ¿quién mejor que nosotros los ciudadrealeños para agradecer el gesto?

Mal que nos pese, la historia sigue, aún hay muchos cabos y sargentos por encima del bien y del mal. Quedan muchos Modus Tolens por enunciar, denunciar y por tristemente aceptar. No podrías haberlo hecho mejor, Otto. Sigue así.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

To be a good benign being is to from a make of openness to the mankind, an skill to group undeterminable things beyond your own restrain, that can lead you to be shattered in uncommonly exceptionally circumstances on which you were not to blame. That says something exceedingly important with the condition of the righteous passion: that it is based on a conviction in the up in the air and on a willingness to be exposed; it's based on being more like a spy than like a sparkler, something somewhat dainty, but whose acutely item attractiveness is inseparable from that fragility.

Anónimo dijo...

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