Mi hermana me la ha vuelto a jugar y esta vez se ha pasado siete pueblos. El plan era ir a ver la procesión del silencio; bueno, concretamente íbamos a ver a Antonio, su futuro esposo y trompetista de “La sangre de Cristo” (lo de los nombres de estas movidas religiosas bien merece otra entrada en el blog).
Hagamos un flash back:
-Nata, ¿te vienes conmigo a ver la procesión?
-¿Qué te hace pensar que mi respuesta va a ser afirmativa?
-Venga, por fa.
-Gracias por la invitación pero prefiero santificar las fiestas a mi manera y esta noche me espera una arroba de calimocho en la casa de Isa. ¿y Marina?
-Marina ha perdido el tren, viene mañana.
Y entonces mi hermana pone esa cara que sólo ella sabe poner y nos vamos a la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción.
Seguimos con la historia.
Ana sabía que yo nunca había visto el comienzo de una procesión, por eso no tardó en hacerme saber que la que íbamos a ver era muy hermosa: los costaleros sacan la imagen de Cristo de rodillas (¡de rodillas!) porque no cabe por la puerta de la iglesia. El caso es que nos hacemos con nuestro trocito de acera, desenfundamos nuestra bolsa de pipas aguasal y vemos pasar la procesión con saeta incluida. Saludos y sonrisas a mi cuñado que, la verdad sea dicha, era el que mejor tocaba y sin pena ni gloria nos volvemos al coche.
Yo iba frotándome la barriguita barajando los posibles lugares en los que mi hermana iría a invitarme a cenar. Cruzaba los dedos por una ensalada china en La casa de Lam, aunque de buena gana también me apretaba una ración de chipirones en Casa Sancho sin hacerle ascos a un revuelto de gambas en El Francisco. Empiezo a alarmarme cuando nuestro Wolswagen no se dirige hacia ninguno de estos tres lugares y pongo el grito en el cielo cuando intuyo un intento de aparcamiento por parte de mi hermana en la calle El Bonillo.
-¿Dónde vamos? -Pregunto tímidamente temiendo su respuesta-.
-Ea, a ver la procesión.
-Pero si ya la hemos visto.
-Nata, sabes de sobra que, cuando sale Antonio, siempre sigo la procesión.
-Jo, pero ya le hemos visto.
-¡Nata!
-Llévame a casa -me faltó decir que me dolía la cabeza para parecer una esposa cualquiera con la libido en los pies-.
-Ay, qué cosas tienes. Venga, vamos.
¿Saben cuántas veces vi la procesión del silencio? Cinco. Cinco veces. Ni el vía crucis hace tantas paradas, vive dios.
Lo mejor vino cuando los costaleros-rodilleros terminaron su paseo y guardaron de nuevo a la virgencita en la iglesia. ¿Dónde te llevo, Nata? Nosotros vamos a cenar con la banda al Rincón de Perico. ¿Cómo? Ni casa de Lam, ni Casa Sancho, ni El Francisco. ¿No piensa invitarme a cenar? Y lo que es peor, ¿me va a dejar inflarme a vino teniendo el estómago vacío?
Hagamos un flash back:
-Nata, ¿te vienes conmigo a ver la procesión?
-¿Qué te hace pensar que mi respuesta va a ser afirmativa?
-Venga, por fa.
-Gracias por la invitación pero prefiero santificar las fiestas a mi manera y esta noche me espera una arroba de calimocho en la casa de Isa. ¿y Marina?
-Marina ha perdido el tren, viene mañana.
Y entonces mi hermana pone esa cara que sólo ella sabe poner y nos vamos a la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción.
Seguimos con la historia.
Ana sabía que yo nunca había visto el comienzo de una procesión, por eso no tardó en hacerme saber que la que íbamos a ver era muy hermosa: los costaleros sacan la imagen de Cristo de rodillas (¡de rodillas!) porque no cabe por la puerta de la iglesia. El caso es que nos hacemos con nuestro trocito de acera, desenfundamos nuestra bolsa de pipas aguasal y vemos pasar la procesión con saeta incluida. Saludos y sonrisas a mi cuñado que, la verdad sea dicha, era el que mejor tocaba y sin pena ni gloria nos volvemos al coche.
Yo iba frotándome la barriguita barajando los posibles lugares en los que mi hermana iría a invitarme a cenar. Cruzaba los dedos por una ensalada china en La casa de Lam, aunque de buena gana también me apretaba una ración de chipirones en Casa Sancho sin hacerle ascos a un revuelto de gambas en El Francisco. Empiezo a alarmarme cuando nuestro Wolswagen no se dirige hacia ninguno de estos tres lugares y pongo el grito en el cielo cuando intuyo un intento de aparcamiento por parte de mi hermana en la calle El Bonillo.
-¿Dónde vamos? -Pregunto tímidamente temiendo su respuesta-.
-Ea, a ver la procesión.
-Pero si ya la hemos visto.
-Nata, sabes de sobra que, cuando sale Antonio, siempre sigo la procesión.
-Jo, pero ya le hemos visto.
-¡Nata!
-Llévame a casa -me faltó decir que me dolía la cabeza para parecer una esposa cualquiera con la libido en los pies-.
-Ay, qué cosas tienes. Venga, vamos.
¿Saben cuántas veces vi la procesión del silencio? Cinco. Cinco veces. Ni el vía crucis hace tantas paradas, vive dios.
Lo mejor vino cuando los costaleros-rodilleros terminaron su paseo y guardaron de nuevo a la virgencita en la iglesia. ¿Dónde te llevo, Nata? Nosotros vamos a cenar con la banda al Rincón de Perico. ¿Cómo? Ni casa de Lam, ni Casa Sancho, ni El Francisco. ¿No piensa invitarme a cenar? Y lo que es peor, ¿me va a dejar inflarme a vino teniendo el estómago vacío?
Efectivamente, me dejó inflarme a vino teniendo el estómago vacío y ahora ella está más fresca que una rosa contándole a mi madre cuánto se rió en la cena con “La sangre de Cristo” mientras yo estoy a punto de morir en mi habitación. Eso sí, que se joda, la comida en el Rincón de Perico es poco menos que vomitiva y del servicio, mejor no hablar.
--
Seguramente mañana me toque chuparme otra comparsa de éstas así que me reservo las impresiones de sobre la procesión del silencio para juntarlas con la de mañana.
7 comentarios:
..me recuerdas a Elvira Lindo. Haces gracioso lo trivial.
Nat, huelo tu indignación hasta aquí. De todas formas estoy con la mosca detrás de la oreja: ayer hubo procesión del silencio?¿
Tu fotolog bien lo incluiría junto con el mundo en El Mundo de JJM.
Y si algún día me leo la M.D. me tinca parece que con S. también. Eso sí, y lo había pensado -que no dicho- , con un toque de Tinto de Verano.
EPS, por lo menos, ti aspetta.
S.
Perdón. Inercia. Quise decir Blog, por Dios.
Anda! y cómo se ha puesto mi nombre?
vaya, ahora resulta que sonia sabe más de procesiones que la cofradía "La sangre de Cristo". Pues sí, listilla, el miércoles fue la procesión del silencio en socuéllamos.
Si queremos construir un mundo mejor para los animales no podemos mantenernos en el anonimato, está claro. Por eso aparece tu nombre.
soo!
zorra
Oye, que va con sonrisa y bajo el amparo de la belleza de las palabras mal sonantes.
Ahora sí:
:)
Publicar un comentario