
Foto: "Las blancas paredes de mi habitación"
Son las 6.15 am, caracoles. No madrugo para que dios me ayude y tampoco sufro de insomnio. No utilizo despertador y no me echo al mundo hasta las 10 de la mañana. Me despierto a las 6.00 am, sin más.
Y hoy es viernes. Tengo una especial simpatía para con los miércoles, los viernes y los domingos. Sobre todo para con los domingos. Los miércoles me gustan porque son el ecuador de la semana, los domingos suelen ser días de agradable morriña y saudade y los viernes siempre han tenido su encanto. Los viernes en Socuéllamos, The bad queens lo daba todo en Gran Vía, la discoteca de los macarras en la que no pedían el carné de identidad. En Ciudad Real, la noche de muchos viernes era calimocho en Chupitos con Otto o película con Álvaro y/o Santi. Y los viernes tampoco solía ir a clase así que, por las mañanas, tocaba paseo hasta la biblioteca de El prado y largo y solitario café en El Rincón de Luna. Qué delicia.
De todas las cartas de mi baraja, de todas mis facetas, tengo un especial cariño a esa que tiene aires de bohemia.
Los viernes en Alemania suelen ser de mochila y autobús con destino a una ciudad que, en la mayoría de los casos, apenas sé pronunciar y en estos viernes también renace la bohemia que habita en mí.
A día de hoy nadie pensaría que hace poco más de un año mi pelo no medía más de dos centímetros y en las paredes de mi habitación no se veía ni un cachito de gotelé. Servilletas, azucarillos, frasecitas, recuerdos, fetiches, fotos… todo estaba colgado en mi desordenada habitación.
Claro que he cambiado. Era justo y necesario, ya dije. Sin embargo, mantengo mi esencia (mis cartas) y disfruto tanto siendo consciente de ello, caracoles… Qué delicia, qué gozada.
Es realmente bonito construirse a uno mismo y también lo es dejarse construir. Y que viva la bohemia, aunque sólo sea un ratito.
También hubo viernes en los que caracoleaba con media sonrisilla en la boca pensando en el blas que solía comentar en el blog los fines de semana ¿Se acuerdan de blas? Dijo que llegó caído del siguiente blog y dijo muchas cosas más. Sus comentarios siempre tuvieron duende, ¿verdad? Algo me dice que ya no sigue entre nosotros, caracoles.
¡A desayunar! Me reclaman en la cocina. Desayuno y pa' Dortmund que nos vamos (¡esta vez la ciudad es pronunciable!). Y ustedes conmigo y todas esas facetas, todas esas cartas, también se vienen con nosotros. Cómo no habré caído antes, la tonta metáfora estaba servida: somos caracoles, llevamos la casita a cuestas ─con cimientos y tejado incluidos─.
Disfruten del fin de semana, amigos.