lunes, 17 de noviembre de 2008

¿Qué no arreglará la paella de mi madre?




De camino a La Mancha, no pude evitar relacionar el sarpullido en la piel que me invadió con la imagen de Amelia, Saudade y yo misma comiendo paella con el G-20, así que descarté el viaje a Washington en un santiamén, además, ya hemos estado por allí en más de una ocasión. Luego pensé que podíamos cocinar para todo ese pelotón que paseó por las calles madrileñas exigiendo justicia para el pueblo saharaui pero, al llegar al aeropuerto de Socuéllamos, mi madre me recibió con una gran noticia: Ana se ha quedado en estado de buena esperanza. ¡Paella familiar se ha dicho!

Mi hermana Ana, la misma que contrajo matrimonio hace poco más de tres meses y me obligó a comprarme el segundo vestido de mi vida (aunque me salí con la mía y lo utilicé como falda. Soy toda una rebelde, caracoles), se ha quedado embarazada por obra y gracia de Antonio, su santo esposo.

Ante tal sorpresa, una parte de la familia se deja guiar por aquella tremenda y gratuita frase de mi madre que todos recordamos mientras intentamos contener la carcajada: “los Alarcón Mosquera somos muy fértiles” (Amelia, como Otto, tampoco es perfecta), otros dicen que mi hermana se ha dejado llevar por el miedo a que los vecinos del pueblo vayan diciendo por ahí que no vale para tener hijos porque eso es lo que se dice en los pueblos cuando, pasado un añito de matrimonio, no llevas un churumbel bajo el brazo: se dice que no vales para tener hijos, así como lo leen. Y otros, ante el óvulo fecundado de Ana, nos damos golpes de pecho gritando a pleno pulmón que a los Alarcón Mosquera no nos gusta perder el tiempo y es que mi hermana siempre soñó con ser madre.

Además, los Alarcón Mosquera seguimos a rajatabla el compromiso con nuestra nación y nos tomamos muy en serio eso de rejuvenecer el país. Mi madre, en su momento, trajo seis vástagos al mundo y ahora mis hermanos continúan la empresa con siete pequeñas criaturas en total, una en camino y las que quedan por venir. Yo, por la parte que me toca, he prometido mantenerme joven eternamente.

La noticia ha sacado las sonrisas de los mayores y ha fruncido los ceños de las más pequeñas. A mi sobrina Marta le parece estupendo que haya un nuevo miembro en la familia pero exige que esa persona se quede eternamente en la barriga de mi hermana. Nerea llama al sentido común de los adultos recordando que en casa de la abuela ya no hay sitio para nadie más y Andrea recurre a estrategias psicológicas dignas de admiración: ¿Es que quieres engordar, tía?

Yo aproveché el filón de mis sobrinas y eché mi leña pidiéndole a mi hermana, con lágrimas en los ojos, que no dejase de mimarme cuando esa criatura llegase al mundo. Ella me abrazó y me dijo que eso nunca sucedería pero, una cosa no quita la otra, Nata: ya es hora de ir pensando en buscar un trabajo serio, ¿no?

Ante tal provocación por parte de mi consanguínea me dirigí a la otra punta de la mesa con la intención de servirme otro plato de paella mientras Nerea me robaba la silla para sentarse al lado de mi hermana, un suceso terriblemente frecuente en casa de los Alarcón Mosquera (que te roben la silla), así que tuve que sentarme con los mayores y también tuve que escuchar su conversación sobre nóminas, hipotecas y números rojos. Qué aburridos son los adultos a veces.

La cosa está realmente jodida, caracoles. Mi hermano Fernando ya no tiene internet en casa, Raúl y su camión llevan una temporadita sin pisar el extranjero y tampoco hay mucho que transportar por el territorio nacional: las vacas flacas, Nata, las vacas flacas.

Insisto, caracoles, la cosa está realmente jodida y las consecuencias de esta sucia jugarreta tienen nombres, apellidos y descendencia. Espero que a ustedes les pinten mejores naipes.

5 comentarios:

Srta Quincampoix dijo...

Mi tía, que es hermana de mi padre, también luce tripita de embarazada de dos meses. Es el segundo hijo que espera, y es madre soltera, pero madre deseada y deseosa de serlo. Ella vive en París y se queda allí porque con las ayudas que da el gobierno francés se vive mejor (o simplemente se vive).

Los naipes pintan mal últimamente.

Y yo me voy a trabajar ahora mismo.

MMMUUUUUUUUUA

Srta Quincampoix dijo...

Por cierto, qué maleducada soy:
FELICIDADES POR EL SOBRINO!!!

(y por ser fértiles y no perder el tiempo)

:)

ottoreuss dijo...

Y tú para cuándo, Nat¿?¿?

¿Quién? dijo...

¡Felicidades por el primo! Y olé por tu tía.

Pues ya debo ir pensándolo, ot, porque uno de mis sueños es ir con mi hija a un bar y que la gente piense que somos amigas o, mejor aún, que yo soy la hija y ella la madre. Así que ya debo ir haciendo un hueco en mi vida para un retoño...

Podíamos darle una alegría a mi madre y tener un hijo juntos, otto. ¿Qué te parece? Los Otto-Reuss Alarcón... oh, mierda, y qué pasa con mi "Mosquera"

ottoreuss dijo...

A mí no me metas en tus líos, tronca, que yo por el momento estoy muy bien así.

P.D.: A tus hijos les puedes poner el Alarcón-Mosquera junto; conmigo ya lo hicieron