miércoles, 9 de abril de 2008

Arriba los corazones

El amor, esa palabra

Caracoles, aquí donde me ven, atravieso un momento trágico provocado por el maldito as de corazones. Adolezco del mal de amores que dicen y he de confesar que me está resultando realmente doloroso.

El instinto de supervivencia me obliga a hurgar en este aspecto hasta topar con algo positivo y, haciendo un gran esfuerzo, tengo a bien considerar que esto no es sino una experiencia más (ahora también sé hablar de desamores, ea) e incluso es probable que, con el tiempo, esta situación haga grandes aportaciones a mis conocimientos antropológicos. Además, he podido sentir en primera persona la intensa fraternidad que une a los que sufrimos la cara menos amable de este bonito sentimiento.

No obstante, he de decir que este último argumento tiene una contrapartida: tanta fraternidad sólo puede indicar una cosa y es que, señores, nuestras historias no son únicas, inexplicables, ricas en matices o especiales. Nuestras historias son como todas; salvo pequeños detalles exclusivos fruto de la combinación de dos personas(lidades), lo demás sigue un mismo esquema. Antes de que mi yugular se vea lastimada quiero dejar claro que lo idéntico es el marco, cada cual lo vive, lo siente y actúa a su manera. Por ejemplo, yo he dado en llamar “bolero” a uno de los marcos: el del camelo, en él tienen cabida las canciones, cartas, mensajes, detalles o vete tú a saber que un sujeto A utiliza para conquistar a un sujeto B.

Otro de esos marcos, mucho menos agradable, es el “I can´t believe it”, you know? Llegado este momento, la mayoría de los sujetos desfavorecidos caemos en el patetismo y dignidad, ¿pa´qué te quiero? Para no martirizarnos demasiado, caracoles doloridos, debemos insertar esta etapa dentro del continuum: estábamos ciegos, conservamos algo de fe y, sobre todo, después de esta fase, vendrá otra que seguro nos es un poco más grata: la de “la aceptación total y absoluta de la derrota”. Eso sí, debemos hacer todo lo posible para salir del “I can´t believe it” lo más rápido posible, hay a quien se le ha diagnosticado hepatitis de la mala por regocijarse en este bache.

Yo trato de confirmar en qué fase me hallo, ¡estoy deseando llegar al Bonus track del final! Porque seguro que hay un bonus track al final de todo esto, ¿verdad? No sé si me servirá de mucho pero he de confesarles que juego con ventaja: soy sujeto dolorido y sujeto imposible a la vez. Ya saben, el típico “quien quiero que me quiera no me quiere como me quiere quien no quiero que me quiera” y en ésas estamos.
El otro día, sin ir más lejos, estuve a punto de cometer uno de esos actos degradantes que se insertan dentro del “I can´t believe it” y no lo cometí gracias a esa ventaja que les digo:

mi celular y yo habíamos decidido que la madrugada de ese sábado era el mejor momento para comunicarle a nuestro sujeto imposible que “I can´t believe it” a través de un sms cuyo contenido, por suerte, no recordamos gracias a las altas dosis de alcohol en vena.
Me disponía a darle a “Enviar” cuando, de repente, la simpática melodía de mi móvil me comunica que he recibido un mensaje de texto. Durante unos segundos agradezco a dios haber escuchado mis oraciones mientras me digo una y otra vez “que sea él, que sea él…” Leo el mensaje y confirmo que la divinidad, una vez más, no está a mi favor: el sms procede de mi prójimo, ese sujeto dolorido para el que yo soy sujeto imposible.

Acto seguido, analizo lo que he sentido al leerlo, me río a pierna suelta y no envío el sms a mi sujeto imposible. Estuve por llamar al otro dolorido para contarle lo sucedido e “invitarle” a unas cervezas para echarle humor al asunto. Entonces pensé en todo esto del mismo esquema y tal que les digo y caí en que a mí no me haría ni puta gracia que mi sujeto imposible me llamase para contarme que él estaba a puntito de cagarla cuando recibió mi mensaje y se sintió, más que incómodo, indiferente, y gracias a él reprimió las ganas de hacerle saber a su sujeto imposible que “I can´t believe it”. No, no me hubiese hecho ni puta gracia.

Y si al final no hay bonus track, al menos espero que los daños ocasionados por este mal no sean irreparables porque, bien sentido, el amor es muy bonito, ¿no?

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Genial, genial. Iluminada te hallas.
No sé a qué viene el enlace al jodío cronopio. Pero bueno, ese tío se murió ya ¿no? y la UNESCO dijo que ya no se le podía leer bajo pena de excomunión literaria ¿no fue así? ¿o al final todo era un sueño? ¿o el autor era realmente el protagonista y se cae desde un séptimo piso y se queda con todos nosotros? "Ay, qué locuelo, qué audaz eres, qué ingenioso: o sea, era todo de mentira ¿nor? Ais qué capacidad de sugestión, qué floritura de estructura, oiga. Creo que ya no podré leer nada que al final no lleve un huevo kinder con crocodilo rosa dentro"

Anónimo dijo...

que larguísimaaaaaaaaaaaa está la url de tu blog