¡Buenos días a todos!
¿Les confieso una cosa? No soy tan parásito como les cuento: además del pellizquito que me regaló la universidad, doy clases particulares a niños con madres desesperadas por la formación de sus mochuelos. Les presento a Laura, Alba, Josema y Raúl, de 10. 13, 14 y 8 años de edad respectivamente. Estos son mis cuatro alumnos particulares pero hoy sólo les hablaré de los dos últimos, los hermanos Trillo López, con los que paso tres horitas al día.
- Bueno, Josema, ¿por dónde empezamos? ¿Qué has suspendido?
- Seis pero he recuperado dos, ¿siempre vas así vestida? ¿me vas a dejar ponerte extensiones en el pelo?
- ¿Ein? ¿Empezamos por Educación para la ciudadanía?
Josema es buena gente pero es demasiado socuellamino y sólo le interesan dos cosas de lo que yo pueda decirle: qué vestido voy a llevar el día de la boda de mi hermana y cómo se llama mi novio. Ni tan siquiera pregunta si voy a llevar vestido o no o si tengo novio; quiere saber qué vestido me voy a poner y cómo se llama mi novio porque seguro, dice, lo conoce.
Josema se enorgullece de conocer a todos y cada uno de los socuellaminos socuellaminos, “a la gentuza de fuera no pero, de los del pueblo, no se me escapa ni uno”. Estuve por decirle que era lesbiana para darle un poco de vidilla a sus recreos y también para que empezase a aceptarse cuanto antes viendo la homosexualidad como lo más normal del mundo. No obstante, pensé en mi santo padre y no quise darle un disgusto con rumores falsos. Y es que, en Socuéllamos, lo que más se oye ─más que las obras o el afilador─ son los rumores.
Josema y Raúl no tienen absolutamente nada que ver. A Raúl tampoco le interesan lo más mínimo las clases (ni las oficiales ni las particulares). Bueno, le interesa relativamente el inglés… Caracoles, me he visto obligada a reservar los últimos 5 minutos de clase para formación complementaria de vocabulario: al niño le vale madres cómo se dice “zumo de naranja” en inglés, quiere aprender a decir “mierda, feo, tonto, pedo…”. Mis años de estudios pedagógicos, la fe en la educación y en el ansia de conocimiento que suponía habitaba en todo individuo, gozan en un pozo. Ais.
El caso es que no se esfuerzan demasiado pero algo van aprendiendo en las tres horas de atención académica personalizada y a las pruebas me remito: ¡han sacado sendos notables en la recuperación de lengua y literatura! Los felicité orgullosa y satisfecha por mi labor y decidí que nos merecíamos una excursión: aproveché que viven al lado de la “casa de la cultura” y los llevé a ver una exposición sobre el pueblo saharaui (¿a que no se imaginan dónde nos vamos este finde mi madre y yo?).
De esta excursión podrían extraerse cincuenta mil aspectos dignos de reflexión. Ante el “tú antes molabas” de Raúl, por ejemplo, deduzco que visitar un “museo” no es un buen regalo para un niño de 8 años y también deduzco que tampoco nunca lo ha sido para mí. Ni tan siquiera ahora, a mis 23 añitos con aires de cultureta. Las exposiciones contienen demasiada información y, por lo general, suelen hacerse en sitios tan fríos y asépticos que cuesta adentrarse en la movida que te quieren contar. Al menos a mí me pasa eso.
Les puedo asegurar que disfruté mucho más –y saqué mucho más jugo- observando “El jardín de las delicias” de El bosco en mi casita que cuando lo vi en el museo de El Prado. Disculpen mi frivolidad pero lo único que dije fue “uy, qué pequeño” principalmente porque tenía apenas unas horas para ver todo el museo y quería “disfrutar” de alguna obra más; además, sinceramente, no me apetecía dedicarle mucho más tiempo ese día a El Prado. Estaba saturada por tanta información. Demasiados detalles.
El caso es que me dio la impresión de que Josema y Raúl hubiesen preferido que les metiese la matraca con los análisis sintácticos y el vocabulario políticamente correcto del inglés, en vez echar un vistazo a la exposición y contarles la historia de Shaia, mi alumna saharaui favorita.
#MockingGod, burlándose de Dios
Hace 8 horas
18 comentarios:
Oye, ¿y qué vestido vas a llevar para la boda de tu hermana?
xDDD
Y el Reina Sofía... No me digas... Con lo que molan los ascensores! Y como son transparentes, molan más.
evlgpczi
Jaja. Sé de lo que hablas. Qué pedazo de escritora eres. No sabrás lo que es un cuento pero, maldita sea, sabes escribir y sabes tocar las notas justas para conectar con el lector.
Al menos yo no puedo dejar de leerte y de conocer cada mañana un capítulo nuevo de tu vida (¿de tu vida?).
Me he hecho un blog. Me dabas envidia. Pero no le voy a dar la dirección a nadie que conozca, claro, si no se perdería el propósito: diario-desahogo-campo de tiro.
El caso es que aunque lo intentara, aunque te imitara, no podría volver mi estilo tan gracioso, dulce, alegre, perspicaz y claro como el tuyo.
Mi más rendida admiración por lo que haces.
(Hoy sí te he entendido, Sonia, pero creo que tú no estás tan a gusto escribiendo inteligiblemente. Y aunque me provoques no me meteré contigo, sólo te diré que lo tuyo son... los test de Rorschach literarios. Entiéndeme: "¿Qué lee usted aquí?". Yo he descubierto una técnica nueva para traducirte: Pego la nariz a la pantalla y me pongo bizco y poco a poco me voy alejando hasta que topo con la espalda en la pared. Entonces me siento imbécil, y ya lo he entendido todo.
(En realidad, Sonia, no me meto contigo, de verdad. Sigue haciendo lo que haces. ¡Qué aburrido sería si todos escribiéramos igual! Será que eres una poeta y no lo sabes... ¿no lo sabes?)
¡Felicidades, querido p.! Espero rule la dirección de tu blog inmediatamente.
Y espero que dejes de meterte con so de una vez. Sonia es la crack entre las cracks, chaval. Actriz, artista y poeta. pues claro.
( a ti no te he dicho que yo levanté al gordo de mi pueblo, ¿verdad?)
Gracias.
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De una vez. Hecho.
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Mi blog es:
cansinodeprimente.blogspot.com
que Sonia es la crack de las craks es algo tan obvio que ni siquiera merece la pena decirlo
mañana fiesta radiomascotaaaa vamos naFa, vente!!
Hola Otto. Creo que nos presentaron una noche. Un placer, anyway.
Manolo a María, durante una discusión:
-Venga, va, no te pongas así. Sí que te quiero, te quiero tanto que no merece la pena decirlo. Por eso nunca te lo digo. Pero tú lo sabes ¿a que sí?
Además, eso es preterición. Ejemplo: "Me gustaría hablar de lo petarda y cotilla que eres porque sé que me vas criticando por ahí, pero no lo voy a hacer, no voy a hablar mal de ti ni del vago de tu marido. No porque yo tengo más educación y más clase que tú, durmiendo"
Me encanta lo que escribes y cómo escribes. No obstante, tengo que manifestar que me parece injusto el trato que nos das a l@s socuellamin@s. Socuellamin@s hay de tod@s como en todos sitios. No creo que sea un pueblo ni más ni menos cotilla que otros. Ni siquiera creo que las supuestamente modernas ciudades estén libres de tal losa. En general, a la gente le gusta crear y difundir rumores y eso pasa entre l@s socuellamin@s, entre los ciudadrealeñ@s, entre l@s madrileños, los parisin@s... Es más, me atrevería a afirmar que pasa incluso entre l@s supuestamente ilustrad@s y cultivad@s profesores/as universitari@s. Y, en último término, entre nosotras.
A ver si superamos de una vez por todas ese complejo tuyo de ser de Socuéllamos, no es para sentirse orgulloso/a, pero tampoco culpable, porque es una casualidad vital ser de un sitio o de otro de la que una/o no tiene mérito ni culpa.
Un saludo, Montse, un socuéllamina que podría haber sido de cualquier otro sitio.
H@l@ M@nts@, @nc@nt@d@ d@ s@l@d@rt@.
Montse, estoy completamente de acuerdo con lo que dices en el primer párrafo. Siento que hayas podido sentirte ofendida en algún momento, nada más lejos de mi intención.
En mi defensa diré que el primer contacto con ese tipo de gente(entre la que no se incluyen los caracoles) fue en socuéllamos y para ahorrarme verborrea aglutino en un sólo adjetivo todo lo que esa otra gente cotilla, cruel y pobre de espíritu y corazón es para mí: socuellamina.
Es simplemente una cuestión de economía lingüística.
Yo soy socuellamina (y no creas que a día de hoy me pesa tanto) pero no me doy aludida con mis comentarios. Una vez más, siento haberte molestado.
Yo diferencio entre ser de Socuéllamos (o de Tomelloso, Alcázar, Hinojosa...) y ser socuellamino; y esa diferencia la hago extensible a toda la población.
Siento si no he sabido transmitir ese matiz. No es mi intención ofender a nadie, eh.
20 de abril del 90...
Nata, tranquila, no se trata de que me hayas ofendido, alguien a quien aprecio no creo que nunca vaya a ofenderme. Simplemente, quería manifestar una queja, ya sabes mi espíritu inconformista y puñetero, jeje. Entiendo ese matiz y hasta me parece bueno, pero para evitar malentendidos te propongo que a partir de ahora, siguiendo ese mismo espíritu de economía lingüística, inventes una nueva palabra que signifique eso que quieres dar a entender cuando dices "socuellamino". ¿Aceptas? Así tú seguirías economizando y tod@s (que sé que fastidia eso de la arrobita) nos quedamos content@s.
Un abrazo, Montse
Montse, he considereado tu propuesta seriamente pero a estas alturas de mi vida no puedo asociar esa palabra a otro signifido.
¡Es como si ahora tuviese que decirle "calimocho" a las habichuelas! Lo siento, de veras pero "socuellamino" ya tiene su propia acepción en mi lexicón personal.
Salud@s!
No sirve de nada inventarse otra palabra. Yo entiendo perfectamente lo que significa socuellamino. Las connotaciones tienen eso.
En las ciudades también habitan humanos, sí, y éstos son cotillas por naturaleza, puede, pero lo tienen más difícil que en un pueblo en el que: 1. Hay menos cosas que hacer, 2. Todos se conocen, 3. (relacionado con 1.) El recato y la cultura siguen siendo bienes escasos.
Los que somos de pueblo seguiremos siendo catetos. No importa, hay que reconocer que la mayoría de los pueblerinos lo son (o lo somos). Los rumores en los pueblos pueden provocar suicidios, asesinatos, divorcios, y en el mejor de los casos, exilios. En una ciudad sólo tienes que cambiar de amigos o de trabajo, algo no del todo dramático en una ciudad.
Mi abuelo no sabría comportarse "educadamente" en un restaurante y seguro que alarmaría a más de uno. Pero por suerte o por desgracia los pueblos siguen siendo corrales con gallinas y sus huevos con plumas y heces, mendrugos de pan con miel, paredes encaladas, refajos, boinas, niños que corren despreocupados por las calles. Y de todo esto nada saben en la ciudad. ¿Qué creéis: ganamos o perdemos?
P, me temo que lo que das más que la imagen de un pueblo es la imagen de una aldea. Es más, con esto de los medios de comunicación en la aldea global ya todo llega a todos sitios. Me niego a aceptar la premisa que afirma que en un pueblo la cultura sigue siendo escasa. En la sociedad de la información y el conocimiento la cultura no tiene que ver con ser de pueblo o de ciudad sino con querer ser o tener. Y, lamentablemente, el querer tener se impone en los pueblos y en las ciudades.
Así que, ¡basta ya de prejuicios!, los pueblos de hoy no son como los pueblos de hace 30 años. Y, además, ser moderno es algo más que vivir en una ciudad. En las ciudades hay más centros comerciales pero eso no tiene que ver con ser más moderno ni tampoco con ser más culto.
Saludos, Montse
Hola Montse. Por supuesto que pinto un pueblo lejano, pero para valorar características que aún le son propias. Ahora llega internet, sí (dejaremos lo de "la aldea global" para otro rato) y sus posibilidades son inmensas, tantas que consigue que nuestros ancianos en lugar de ir a "echar la partida" chateen con sus compañeros de colegio que emigraron a Alemania, que nuestros jóvenes descubran el fondo del British Museum desde sus casas, que los hombres que antes languidecían en los bares ahora se descarguen la séptima sinfonía de Mahler con el eMule, y que nuestras amas de casa lean en su palm las obras completas de Galdós en formato .pdf. ¿Dónde ves más factibles estas estampas, en un pueblo o en una ciudad? Si respondes que en el primero, me encantaría conocer ese pueblo. La realidad es bien distinta y lo sabes. Otra cosa es lo que nos gustaría, otra cosa es que no nos resignemos y que luchemos para que esto cambie. No te resignes, tú que pareces decidida a cambiarlo.
Para hablar de "cultura" necesitaríamos un blog aparte, pero en el sentido sobre el que discutimos, un pueblo siempre irá por detrás de una ciudad simplemente porque ésta es el modelo bajo el que se desarrolla aquél. Los cambios tecnológicos y artísticos nacen y se difunden en las ciudades.
Aceptar la condición de aldea, de universo extemporáneo, y defender los valores que lo distinguen y elevan, haría del pueblo no ya el eterno hermano pobre de la ciudad sino el retiro puro, el baluarte de la humanidad, nuestro kibutz secreto. El pueblo no puede competir con la ciudad, no en los mismos términos, en el planteamiento ideal que dibujas, si bien el avance rural sería notable, nunca comparable al urbano. Cuando los pueblos llegaran a ese nivel de ilustración que imaginas, las ciudades se habrán desmarcado otro tanto. Sí, Zenón de Elea no hablaba de Aquiles y de una tortuga sino de pueblos y ciudades.
Reconozcamos los huevos con plumas y heces, amemos esos huevos, esos huevos con mierda de gallina, y ahora sintámonos orgullosos porque en esos huevos está nuestra esencia, nuestra dignidad y, estoy seguro, nuestro futuro.
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