viernes, 29 de mayo de 2009

En primera persona: De cláusulas y contratos

No es la primera vez que disfruto de las dos semanas de prueba que se conceden con la compra de cualquier producto y, ni corta ni perezosa, lo devuelvo llegado el día quince metido en la misma bolsa en la que me fue entregado. Sin ser yo una compradora compulsiva, he sentido la curiosidad y la necesidad momentánea de palpar con mis propias manos mantas eléctricas, lamparitas que funcionan con energía solar y depiladoras indoloras, por ejemplo. Pero esta vez no ha sido tan fácil liberarme de la cosa en cuestión y he llegado a pensar que quizá no esté obrando del todo bien.

Hace dos semanas contraté el servicio de internet que oferta Airtel: Modem USB, 16 meses de permanencia mínima, 40 euros al mes y un giga de almacenamiento. Mientras la dependienta me ponía al día de todas las letras pequeñas del segundo contrato que iba a firmar en mi vida, yo no podía evitar pensarme en mi habitación con horas y horas de navegación por la red. Ya había escuchado lo que quería oír (“tienes quince días de prueba gratis) y todo lo demás me sobraba. No obstante, por decoro, aguardé a que mi interlocutora terminara su intervención fingiendo un interés que no tenía.

Horas después instalaba mi efímero juguete en el ordenador. Lo he pasado pipa estos días, tanto es así que ayer llegué a plantearme seguir con el curso normal del contrato que había firmado hace dos semanas. Por suerte, mi cuenta bancaria me devolvió a la realidad.

No acabo de entender por qué a la dependienta le afectó tanto que fuese a devolver uno de los productos con los que su multimillonaria empresa se está llenando los bolsillos, ¿acaso las dependientas se llevan comisión? ¿Acaso Airtel es un pequeño comercio que podría caer en picado por mi cese de contrato? Y eso que llevaba una buena excusa; no quiero pensar qué hubiese pasado si se me hubiese ocurrido presentarme en la tienda con el modem sin concederle las explicaciones que no exigía el papelajo que firmé.

-Hola, quiero dar de baja mi contrato de internet porque apenas tengo cobertura y mi conexión no es todo lo satisfactoria que me gustaría.

-Pero ya has firmado el contrato

-Sí, pero estoy dentro del período de prueba, ¿verdad?

-Sí, pero… ¿has traído el ratón que te regalamos con el modem?

-Sí, aquí está (contesto sacando una cajita diminuta de la bolsa)

-¿y la almohadilla?

-También (idem)

-¿y la funda para el teclado?

-Por supuesto.

-¿y la caja de la funda?

-Pues no, la caja la tiré. No he llegado a utilizar el teclado que me regalasteis pero la caja de cartón que lo contenía era tan exageradamente grande que la deposité en el contenedor de reciclaje. Porque yo reciclo, ¿y tú?

-Ah, pues si no está la caja…

-(sonrío nerviosa) Estás de broma, ¿verdad?

-No, no… No puedo darte de baja si no me devuelves todo lo que te di hace quince días.

-(Supongo que el teléfono móvil que descansa sobre el mostrador pertenece a la señorita que me atiende en ese momento y acerco el teléfono a mi rostro simulando una conversación) ¡Hola! ¿hay algo de sentido común por ahí?

-Mira, yo no hago las reglas…

-Ya estamos con las reglas… No, mira tú: yo contraté el servicio de internet sin pedirte ningún tipo de complemento y, con todo, te devuelvo los accesorios que me regalaste sin tan siquiera haberlos utilizado. No me puedo creer que por una jodida caja de cartón me vayas a condenar a pagarle 40 euros durante 16 meses a la empresa de la que eres empleada.

-Voy a llamar a la central pero has de saber que las cosas no funcionan así.

-Muy bien, otro día me enseñas cómo funcionan las cosas; ahora tengo prisa.

Salió de la habitacioncita donde guardan teléfonos, modems y accesorios “jodevidas” y me dijo que ya estaba dada de baja. Yo no salí de la tienda muy confiada, así que, una vez lejos de esa harpía, llamé a la atención al cliente de Airtel para confirmar si mi baja se había efectuado realmente.

Parece ser que todo ha salido según lo previsto. Es la duodécima vez que disfruto de las dos semanas de prueba que se conceden con la compra de cualquier producto y, ni corta ni perezosa, lo devuelvo llegado el día quince metido en la misma bolsa en la que me fue entregado.

Yo tampoco hago las reglas, si hay quince días de prueba sin compromiso, hay quince días de prueba. Sí, efectivamente, algunas cosas funcionan así.

1 comentario:

Anónimo dijo...

jajajjaaa....
yo lo he pensado muchas veces...pero no soy tan valiente como usted!:P

un besicoooo
y enhorabuena...te debo mail...y tú a mí, que me tienes que contar cómo ha sido...