domingo, 10 de mayo de 2009

¿Qué no arreglará la paella de mi madre?



-¿Por qué Jamaica, Nata?

-Es un decir, mujer.

-No lo entiendo.

-Ha muerto Javier Ortiz, ¿sabes?

-Ah.

-Yo empecé a conocerlo en Público. Me gusta su manera de escribir y de pensar. Debió ser un gran tipo, estoy segura.

-Una lástima pero, dime, ¿qué tiene que ver eso con Jamaica?

-A raíz de su muerte se ha sacado del baúl un artículo que Ortiz escribió para El Mundo. Qué loco, ¿no? Escribió en El Mundo y todo…

-Te escucho.

-El artículo se llama “Sueño con Jamaica”. Toma, léelo. Está debajo del obituario que él mismo escribió para su muerte y que tampoco tiene desperdicio alguno.

"Sueño con Jamaica, y en la Jamaica en la que yo sueño nadie se levanta la voz, y el ruido es sólo algarabía callejera, y los policías no dan miedo, aunque asusten un poco con los ruidosos piropos que lanzan a las muchachas que circulan en bicicleta y a las que el aire levanta sus faldas de mil colores.

Tal vez esa Jamaica en la que estoy soñando no exista. Tal vez esto que os estoy contando sea sólo el fruto de películas y carteles de turismo asomados a los escaparates de las agencias de viaje

Mi Jamaica, esta Jamaica en la que hoy sueño, me vale porque es quimera, porque ocupa el espacio del no-aquí, porque me ayuda a imaginar que podríamos ser otros."


-Qué bonito, Nata. Me ha gustado mucho.

-Es que podríamos ser otros, ¿verdad, mama?

-Sí, hija.

-Quizá la crisis de marras cambie el rumbo de las cosas. Para bien.

-Sí, hija. Quizá.

-Alfredo dice que ve el fin. Dice que de ésta no se escapa ni el Tato y que nos vamos a ir todos a tomar por culo.

-Tú piensa en tu Jamaica, nena. Piensa en nuestras paellas.

-Pues tienes razón.

-Ea, es que no hay más tutía. Las utopías -y hasta las quimeras- sólo sirven para caminar hacia ellas. Rara vez se convierten en realidad real pero, mientras andamos y no andamos en su búsqueda, algo va cambiando, ¿no crees?

-Claro que lo creo. Y si al final es cierto que de ésta no salimos, que al menos nos quede la buena sensación de haber querido construir un mundo mejor para los caracoles, ¿no?

-Exacto. Vamos de camino a esa utopía –habrá quien la llame “quimera”- y mientras andamos y no andamos en su búsqueda, algo va cambiando. Ya te lo he dicho.

-¿Tú crees que lo conseguiremos?

-Tú piensa en Jamaica, nena. Piensa en nuestras paellas.

"Y sueño, y me voy a Jamaica para mejor sentir mi distancia ante lo que veo: calles grises, gente triste. Y sueño con Jamaica para reclamar de mi más alegría, para pensar que todos podemos romper con todo, que somos capaces de no acudir puntuales a las citas, de reírnos de los estudios sociológicos que explican la muerte, de creer que el porvenir que nos espera no está condenado a ser de por vida un tiempo para el llanto.

Jamaica o muerte. Venceremos."

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