miércoles, 7 de mayo de 2008

El barón rampante

Caracoles, hoy he tenido un día tan insípido que ni con inyecciones de imaginación podría caracolear. Les copio un fragmento de El barón rampante de un tal Italo Calvino que, si sigue escribiendo así, no tardará en convertirse en uno de los grandes:

Habíamos urdido un plan. Cuando el caballero abogado traía a casa un cesto lleno de caracoles comestibles, los metían en un tonel de la bodega para que ayunaran y, comiendo sólo salvado, se purgasen. Al desplazar la tapa de tablas de ese tonel aparecía una especie de infierno en el que los caracoles subían por las cuelas con una lentitud que ya era un presagio de agonía entre restos de salvado, estrías de opaca baba agrumada y coloreados excrementos, recuerdo de los buenos tiempos de las hierbas al aire libre.

Algunos estaban fuera del caparazón con la cabeza extendida y los cuerpos separados, otros encogidos, dejando asomar solamente desconfiadas antenas, otros de tertulia como comadres, otros adormecidos y encerrados, otros muertos, vueltos al revés.

Para salvarlos del encuentro con aquella siniestra cocinera, practicamos un agujero en el fondo del tonel y desde allí trazamos con briznas de hierba picada y miel un camino lo más escondido posible, detrás de barriles y aparejos de la bodega, para incitar a los caracoles a la fuga hasta un ventanuco que daba a un bancal inculto y lleno de maleda.

Al día siguiente, cuando bajamos a la bodega a examinar los efectos de nuestro plan, a la luz de una vela inspeccionamos las paredes y los corredores. "¡Aquí hay uno! ¡Aquí otro! ¡Mira éste hasta dónde ha llegado!" Ya una hilera de caracoles sin grandes claros recorría el suelo y las paredes del tonel al ventanuco. "¡Rápido, caracoles! ¡Deprisa, escapad!", no pudimos contenernos de decirles, viendo los animalillos andar lentamente, no sin desviarse en inútiles rodeos por las desconchadas paredes de la bodega atraídos por ocasionales depósitos y mohos.

[...]Battista comenzó a gritar con su vocecilla estridente: "¡Socorro! ¡Se escapan todos! ¡Socorro!

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo me identifico con el vizconde demediado, ¿Con qué mitad? pues con las dos, qué carajo, hoy le ha tocado a la buena. Buenaaaas. Además se llamaba Medardo, que tiene algo de afilado, de mordaz, de veloz, de acerado... y por otra parte de diana pintada con miel en la tripa, del asma en días lluviosos, de orejeras, guanteras, bufanderas, tobilleras, ah y esos parches que nos ponía nuestra madre cuando se nos rompía el pantalón. Me acuerdo de Ulises 31: "Yo soy NO-NO pequeño robot su amigo fiel" (yo soy un poco "no-no" también, aunque eso, queridos amigos, es otra historia)

http://www.youtube.com/watch?v=k0AZ7dCodtU

"Si no podemos liberarnos a nosotros mismos, liberemos nuestra visión"
Mondrian, 1941.

¿Quién? dijo...

Anda, y por qué no puedo ver el vídeo... Cada vez lo tengo más claro, la tecnología ha urdido una confabulación en mi contra.

Suerte en los exámenes, paco. (ais, qué gusta da decir esta frasecita desde fuera)

Anónimo dijo...

El tal Italo Calvino YA es un grande... espero que te refirieras a que es uno de los grandes PARA TI. ¿cómo no va a ser grande uno que se inventa la historia de un tipejo que se sube a un árbol a contarnos la vida desde otro punto de vista?

Te leo y te adoro. Y leyéndote te encuentro y me encuentro.

Un saludín

Unknown dijo...

gracias por volver a recordarme al gran Italo.... seamos como seamos...