jueves, 7 de mayo de 2009

¿En tu casa o en la mía?

No se lo van a creer, caracoles. Bueno, quizá no les interese demasiado pero, en cualquier caso, se lo voy a contar: he vuelto a Ciudad Real – con casa y todo y con todos los matices que el verbo “volver” merece, ya saben-.

Ya le tenía yo ganas a esta experiencia, no lo puedo negar. No es que desoiga a todos aquellos compañeros de vida que han compartido conmigo la también dolorosa sensación de instalarse de nuevo en un lugar en el que tiempo ha tuvieron cierta rutina. Lo dicen muchos ex Erasmus y ex Séneca. Lo dicen Sabina y Búnbury. Mi madre (que a pesar de sus deliciosas paellas no es valenciana sino gallega), Alicia y Elisa, mi uruguaya favorita. Hasta los ciudadanos del mundo, que en todas partes se acoplan, comentan cuán difícil puede llegar a ser eso de volver a un lugar.

Y yo no los desoigo, insisto. Con toda mi nostalgia y todos mis recuerdos, considero la parte más triste de volver pero, qué quieren que les diga, ni eso me quita las ganas de afrontar este nuevo reto vital. ¿Nuevo? ¿y cuáles fueron los viejos, Nata?
Superado el miedo a los perros, sobrellevando el pánico a cruzar la calle y por fin consciente de que los cambios de estación no son necesariamente perjudiciales para las personas “pusilánimes”, el nuevo objetivo que me acompañará en el día a día de mi segundo Ciudad Real va a ser ése: desmitificar los lugares. Todos y cada uno de ellos.

Ya lo hablamos una vez, ¿se acuerdan? “Uno nunca vuelve, uno siempre va” (aunque no siempre se dé cuenta de ello, claro). Y lo de vivir en un lugar o en otro es tan circunstancial como injusto dependiendo del cristal con el que se mire. Y es que no me cansaré de decir y de pensar que me parece fundamental adoptar una actitud sencillamente consecuente al entorno que nos rodea.

Ahí les va un ejemplo, caracoles: Exceptuando las tres o cuatro horitas de esparcimiento que me concedí en el campamento de refugiados saharauis, mi actitud y yo consideramos poco pertinente explotar la faceta más bohemia de mi personalidad y apenas la hicimos notar. No procedía, estaba claro.

Y ahora me pregunto con más ganas que lágrimas cómo me las voy a apañar para lidiar con esa Nata a la que tanto le cuesta encajar los cambios. Resumiendo, caracoles, vuelvo a mi ciudad universitaria para trabajar en esa frasecita que recorre la sabiduría popular (“mira hacia atrás sólo para tomar impulso) con toda la plenitud que sólo Ciudad Real podría ofrecerme. Y sin que sirva de precedente sepan que digo “Ciudad Real” sin la menor sentimentalidad o cursilería. Simplemente se trata de que, en este lugar cualquiera que es Ciudad Real, tengo material suficiente y variado para mirar hacia atrás y tomar aún más impulso.

O al menos ése es mi nuevo reto vital, caracoles.
Y mientras lo alcanzo, Otto y yo quedamos para beber un calimocho o no quedamos pero, eso sí, seguimos estando en el mismo contacto que hace cinco años, diez meses o dos semanas. Zumbidos en el Messenger o jarritas de vino y coca cola en Living room, tanto da.

4 comentarios:

ottoreuss dijo...

No estoy de acuerdo con lo del cambio de estaciones: la primavera sí que es peligrosa :O

Anónimo dijo...

me ha encantado esta entrada... a mi ya me está costando el regreso, y tan sólo hace dos meses que me fui (y dos meses que me quedan, afortunadamente).. en fin, habrá que "exorcizar" la ciudad...

Laurita

Montse dijo...

¡Qué bien vives Nata!, ¡aprovéchate!, yo con 39 de fiebre te sigo leyendo pero no me quedan fuerzas para comentarte. No obstante, sigo pensando que eres la sucesora de Ortega, ¿has empezado a leer su obra? Yo tengo 3 tomos (tochos) de los 12 que componen sus obras completas, cuando quieras...

Un abrazo febri, Montse

¿Quién? dijo...

Ya está el tiquimisquis de Otto en contra de todo. Y tampoco estás de acuerdo con lo de que el aeropuerto de Ciudad Real ha sido un gran paso hacia el progreso de la ciudad, ¿no? Uf, me dan ganas de demandarte, tío.

¡A exorcizar se ha dicho! De momento, has de saber que una servidora tiene muchas ganas de verte. Espero tu regreso, Laurita. Un abrazo

En uno de estos post te contaré mi nuevo día a día, Montse, y luego ya me dices si sigues pensando eso de que vivo bien :)

Estoy leyendo a Ortega, sí, pero muy poquito a poco. Ortega mola.

Mucha salud, Montse! Un abrazo